Garrocho: "Celebrar que un dictador muera en la cama es algo que casi deberías sonrojarnos"
El profesor de Filosofía, Diego Garrocho, reflexiona sobre los actos de conmemoración de la muerte de Franco hace 50 años
Madrid - Publicado el
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¿Es la izquierda más nostálgica que la derecha? La nostalgia es un sentimiento al que prometo volver pronto, aunque goza de mala reputación. Eslóganes como el Make America Great Again, de Donald Trump, o el uso fabulado que hacen algunos de la historia, han ayudado a desprestigiarla. Sin embargo, no estoy seguro de que la nostalgia sea una emoción preferente en el ámbito conservador, como podría parecer. De hecho, existen buenos motivos para pensar que es en la izquierda donde hoy arraiga con más fuerza.
Hagamos repaso. Que el PSOE tiende a jugar con las efemérides según convenga lo supimos ya en el año 2022, cuando los socialistas lanzaron una campaña en la que conmemoraban, agárrense, 40 años de democracia. Según los cálculos de los publicistas de Ferraz, la democracia habría comenzado en el año 82, con la victoria de Felipe, al mismo tiempo que extendían, por cierto, la ley de memoria democrática, agárrense de nuevo, hasta diciembre del 83. Este último detalle fue una exigencia de los de Otegi, y el PSOE, por supuesto, cedió en el marco de un acuerdo que, recordemos, permanece secreto.
Si en el año 2022 la democracia comenzaba en el 82, en el año 2025 hay que volver a forzar el calendario para que el presidente pueda sacar rédito de la historia. Una historia democrática, por cierto, en la que el PSOE no tiene tantas cosas que exhibir. Si en el PP fueran hábiles, se mostrarían encantados de poner la lupa en los años 30 e incluso durante la dictadura, para encontrar capítulos no precisamente luminosos en la historia del socialismo. Pero que nadie se preocupe, nadie en el Partido Popular lo hará.
En cualquier caso, es significativo el afán nostálgico de la izquierda, que sigue abrazada a causas históricamente remotas. El ideal del partisano, el eslogan de No Pasarán, el imaginario sesentayochista y ahora la conmemoración de la muerte de un dictador nacido en el siglo XIX, se convierten en fetiches para intentar ganar batallas culturales en el siglo XXI. El final del franquismo y el inicio de la democracia son, desde luego, causas que merecen ser celebradas, pero que un dictador muera en la cama es algo que casi deberías sonrojarnos. Pero a quién le importan los hechos. Lo que está claro es que España tiene un calendario portátil que hace que la democracia comience en el año 75, en el 82 o en el 83, según le convenga a su presidente.