EL BUENO, EL FEO Y EL MALO EN 'LA LINTERNA'

"Siempre que se hable de ETA se debe empezar por sus víctimas"

Jorge Bustos trae este viernes 4 de mayo a 'La Linterna' el 'Bueno, el feo y el malo', esta semana sobre la ETA

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El bueno, el feo y el malo con Jorge Bustos, viernes 4 de mayo 2018

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

"Hoy dedicaré a ETA toda la sección, pero espero que sea la última vez. Una mafia de crueles paletos con dos armas encima -la pistola en una mano y el nacionalismo marxista en la cabeza- no merece ya nada más que el desprecio de la irrelevancia y el homenaje perpetuo a sus víctimas. El periodismo nos obliga a desmontar esta semana la repugnante propaganda con la que está sacando a subasta su disolución, como si les debiéramos otra cosa que muchos años de cárcel por el rojo reguero que dejan atrás. Siempre que se hable de ETA, siempre, un periodista y un político y un ciudadano de bien debe empezar por sus víctimas. Y por ahí vamos a empezar también esta noche, y también el resto de nuestra vida.

Las víctimas de ETA las buenas de la semana

Porque no podían ser sino ellas. Aquellas que renunciaron a la venganza y se confiaron a la Justicia de la democracia española. A veces oigo hablar de las víctimas como si formaran un colectivo especial, de seres similares a nosotros pero al mismo tiempo distintos, con sus cosas, con su dolor a cuestas, con su obsesión. Esta marca lingüística supone una agresión añadida: las víctimas no son ellas, aquellas de la pancarta: somos todos nosotros, la españolita, el españolito que ha paseado 60 años por las calles de su país ajeno al cartel de objetivo posible que pendía sobre su espalda. ETA nos victimizó a todos, pero a algunos además los mató, los mutiló, los extorsionó, los forzó a huir de su tierra. Por eso son nuestras víctimas, porque pudimos haber sido cualquiera. Y por eso será indigno cualquier Gobierno y cualquier partido que las pierda de vista siquiera por un instante, que las expulse del centro del relato, del foco de atención cariñosa y constante que merecen en el altar de la democracia española. Así lo ha entendido Rajoy, que hoy pronunció un discurso impecable en su honor. Esperamos de corazón que sus palabras sean la guía futura de sus actos, sobre todo cuando el PNV le pida favores para los etarras presos.

Los feos: los cómplices

Pues serían los cómplices, Juan Pablo. Los vecinos chivatos, los infames señaladores, los del “algo habrá hecho”, los curas y los obispos que se saltaban el quinto mandamiento, los conciudadanos del odio soterrado que pasaban itinerarios a los pistoleros. Los que no mataban porque eran demasiado cobardes, pero preparaban la escena del crimen porque les rebosaba la misma vileza que a los asesinos. También hay que hablar de los tontos útiles, de la izquierda ingenua o de la izquierda resentida, de algunos socialistas zapaterinos y de nombres muy conspicuos de Podemos que alabaron la clarividencia de la banda cuando decidió seguir matando en democracia porque la del 78 no era la democracia fetén, que debe de ser la bolivariana o la norcoreana. El acompañamiento de Podemos a los oteguis pero nunca a sus víctimas revela un sesgo freudiano, una mal disimulada admiración por sus primos ideológicos enrolados en la revolución armada; son eso que Bergamín llamaría, retratando a ese comunista aburguesado que fue Vázquez Montalbán, “cerditos con nostalgia de jabalí”. Y hay que hablar por último de los compañeros de viaje, del llamado nacionalismo moderado, de ese PNV experto en recoger las nueces del árbol que ETA zarandeaba con violencia. De toda esa fealdad moral hablaremos: no la olvidaremos jamás.

Los malos: los etarras

Esa basura totalitaria, esos aldeanos fanatizados que nos han jodido la vida durante seis décadas sin conseguir doblegarnos, esos pobres muchachos sin luces reclutados por capos nazis que les prometían épica pero solo les dieron trullo, y ese río de orina que les bajaba por el pantalón cuando eran detenidos por la Guardia Civil. El anagrama de ETA quiere ser un hacha y una serpiente: pero no es más que el muñón enorme, sanguinolento, de sus víctimas. Ese ha sido su único legado. Y para que siga siendo así, y para que recordemos las cosas como de verdad pasaron, seguiremos transmitiendo la verdad de unos malos y de unos buenos, los de la parabellum amartillada contra los de la nuca desnuda. Eso fue todo. Por eso han de cumplir hasta el último minuto de su condena. Por eso no puede haber un procés vasco que les alegre la vejez. Por eso, si son incapaces de arrepentimiento, deberían vivir ocultos en el estiércol de su irrelevante miseria de pueblo para el resto de sus vidas"