Idoia Moreno, coordinadora de MSF en Moria: “Nunca habíamos visto que chavales se cortaran las venas"

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Cinco mil personas viven en el campamento de refugiados de Moria -en la isla griega de Lesbos- en condiciones tan precarias que han llevado a algunos menores a intentar suicidarse. Las instalaciones -que consisten en tiendas de campaña y contenedores- tienen una capacidad máxima para 3.000, pero han llegado a acoger a 10.000 personas. Ahora son alrededor de 6.000 las que conviven con un cuarto de baño para cada 75, una ducha para cada 100 y teniendo que hacer colas de cinco horas para el desayuno, la comida o la cena.

En el campamento hay 1.800 niños. “Nunca habíamos visto que chavales de 13, 15 ó 17 años se cortaran las venas” para acabar con su vida, cuenta Idoia Moreno, que ha estado allí de coordinadora de una clínica pediátrica de Médicos Sin Fronteras, y que ha tenido que coserles las muñecas a algunos de ellos. Dice que ha trabajado en “la República Democrática del Congo y en República Centroafricana -países considerados los más extremadamente violentos y pobres del mundo- y no había visto nunca las condiciones de vida, el sufrimiento y el horror de Lesbos”. “La situación es inhumana, es un infierno, el hacinamiento es totalmente extremo”, señala. Y añade que no le gusta llamarles campos de refugiados “porque son campos de concentración, lo que la Unión Europea está creando en Turquía, Libia, Egipto o en Grecia son campos de concentración”.

El gobierno griego tiene en Moria a un solo médico para atender a 5.000 personas, aunque también hay dos médicos voluntarios de una ONG local. Idoia Moreno explica que estos médicos “son capaces de dar paracetamol, y poco más”. MSF abrió una clínica en Moria hace algo más de un año, y está dedicada a “atender a la gente más vulnerable del campamento, a las mujeres embarazadas y a los niños”.

En noviembre el gobierno heleno trasladó a casi 5.000 personas de Moria a Atenas por el frio, el viento y la nieve. Encontraron a un senegalés muerto por congelación dentro de la tienda de campaña.

“El proceso de asilo está totalmente roto y colapsado, no se está concediendo asilo, lo que hace que Moria sea una cárcel; una vez que entran tienen muy pocas esperanzas de salida porque tardan año y medio en darles la primera cita para comenzar los trámites”, comenta esta coordinadora de MSF. Afirma que “el acuerdo entre la UE y Turquía ha sido un fracaso porque quería frenar la llegada, pero desde enero de 2018 tenemos un ritmo de llegadas de 400 ó 500 personas a la semana, la mitad de ellos niños”.

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