Correas: "Las 48 horas de Sánchez en Barcelona que solo ha contentado a los ministros"

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Las 48 horas del Presidente del Gobierno en Barcelona han finalizado en un Consejo de Ministros que sólo ha contentado a los ministros. Sánchez se ha presentado en la capital condal con un par. Con un par de medidas simbólicas y algo de dinero para intentar calmar al independentismo. A saber; algo más de 100 millones para infraestructuras, cambiar el nombre del aeropuerto del Prat por el de Josep Tarradellas y declarar nulo el proceso que condenó a muerte a Lluis Compayns en 1940.

Fuera, en la calle, el independentismo pretendía sembrar el caos en Barcelona, con los más radicales intentando cercar la Llotja de Mar, el lugar de los reunión del Gobierno. Los Mossos, en algunos casos con paciencia infinita, acabaron por cargar en varias ocasiones contra los grupos más radicales. Al final el balance es de 77 heridos, una treintena de ellos agentes de policía. A pesar de las múltiples cargas solo ha habido 13 detenidos.

En otros puntos de la ciudad, ha habido más concentraciones con una carácter mucho más contenido que han acabado en una manifestación ya en la tarde noche para reclamar más movilizaciones. Suma y sigue

Al final, el que paga la factura es el ciudadano que se ve retenido y condicionado por las manifestaciones, los empresarios que van como en plena temporada navideña les fastidian las ventas, los transportistas que pretenden circular libremente por las carreteras o los turistas que visitan Barcelona y que, desde luego, espectáculo han tenido y gratis.

Sánchez ha llegado a Barcelona cargado de gestos que se han quedado cortos para el secesionismo. En realidad, todo lo que diga o haga Sánchez se quedará cortos para el independentismo del que muchos han hecho una forma de vida. Escuchen a la portavoz de la Generalitat, Elsa Artadi como ningunea la presencia de Sánchez y sus ministros en Cataluña.

Artadi señala al consejo de ministros por las consecuencias de la movilidad. Es una forma de decir que el Gobierno de España ha ido a provocar a Barcelona y que no ha quedado más remedio que ocupar las calles para protestar. Así, lo que hace Artadi es dar normalidad a las protestas y también así justifica incluso que haya exaltados que reaccionen a la brava ante esa supuesta provocación y que lleguen a la agresión a un periodista de Intereconomía.

Al independentismo de la Generalitat, le da igual el nombre del aeropuerto del Prat o la sentencia a Compayns de hace 78 años. Ayer sacaron músculo en las calles de Barcelona y ese es el mensaje que les interesa dar. Están a lo suyo, mientras el gobierno sigue hablando de gestos consciente de su debilidad parlamentaria. 

Y en esta estrategia anda el gobierno Sánchez, bordeando la delgada línea entre el diálogo y la cesión. Después de aceptar el jueves un comunicado con la Generalitat en el que no se nombra a la Constitución y el independentismo no renuncia expresamente a una vía unilateral. Pedro Sánchez actúa como un adulto acobardado frente a un niño repelente y mimado al que pretende contentar regalándole más cosas.

Esto está poniendo de uñas a la oposición pero también a los propios barones regionales del PSOE que ya empiezan a asomar la garra. 

En la oposición PP y Ciudadanos insisten en aplicar de nuevo el 155. El PP habla de traición a España y Ciudadanos de un PSOE que ha claudicado. Pero resultan especialmente llamativas las disonancias en el PSOE. Empiezan a arreciar los mensajes de los barones socialsitas contra la política de apaciguamiento de Sánchez en Cataluña. Son dos los que encabezan la crítica, el presidente de Castilla la Mancha García Page y el de Aragón, Javier Lambán.

El 2 de diciembre vieron como se cortaban las barbas, políticas, de Susana Díaz en Andalucía y no quieren poner las suyas a remojar ante las próximas elecciones del mes de Mayo. Al menos no quieren remojar las barbas en las peligrosas aguas en las que navega Sánchez por Cataluña. 

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