Antonio Herráiz, sobre Bildu: "A estas alturas, ni van a condenar ni van a renegar de ETA"

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A ver por dónde empezamos, que hoy hay material. Tenemos jornada de reflexión en el País Vasco. Poco hay que reflexionar, porque eso vendrá después. Justo en el momento en el que se conozcan los resultados.

Aquí lo importante es quien gana mañana, sí, pero mucho más quién gobierna. Una obviedad. Si los de Bildu consiguen arrebatar esa victoria que hasta ahora había parecido incontestable a los del PNV.

Y por eso el giro que ha dado la campaña poniendo a Bildu frente al espejo del terrorismo de ETA, como si los herederos del brazo político de la banda no fueran tan socio prioritario del PSOE como el PNV. Pero esta vez sí interesaba hablar de ETA. Sí convenía vincularlos con Bildu. Eureka. Hemos descubierto la pólvora.

Los de Otegi no han dicho nada que no supiéramos. Nada que no nos hayan contado ya. A estas alturas ni van a condenar ni van a renegar de ETA. Van a seguir dando rodeos. Pero son los mismos con los que ha pactado Sánchez. Si son indignos cuando no reconocen a ETA como banda terrorista, lo son también cuando les apoyan para aprobar los presupuestos, la amnistía o para investir a Sánchez. Ya veremos cómo giran de mensaje a partir del lunes. En el PSOE, digo, respecto a Bildu.

Pero al margen de esta jornada previa a las elecciones de mañana, tenemos el asunto prioritario de las pensiones. Es un tema que al final nos termina afectando a todos. Por su puesto a los pensionistas que hay en España, que, según el último dato actualizado son 9 millones 180.000, que se reparten casi a partes iguales entre hombres y mujeres. Hay solo 100.000 pensionistas varones más. Y también a los que aspiramos algún día a cobrar una pensión, que somos todos.

Hasta ahora Sánchez lo que ha hecho es tirar de chequera, o de cartera, aunque esté vacía. Sobre todo en vísperas de elecciones, sabiendo que es una baza electoral que siempre da resultados.

Y hasta ahora en Europa han ido tragando, con matices y algún pero, pero aceptando.

Pero ahora mismo tenemos una reforma de las pensiones en marcha que diseñó el ministro José Luis Escrivá. Y ha llegado la Comisión Europea para decirnos que España es el país donde más aumentará el gasto en pensiones. En concreto, 3,3 puntos del PIB hasta 2050 y 5 puntos hasta 2070. Y alguno dirá, pues perfecto, más cobro, qué más da el PIB. Pues no, no da igual, porque no es gratis. Y la consecuencia inmediata es que va a generar un desequilibrio más que significativo en las cuentas públicas.

Que España sea el país de la Unión donde más va a crecer el gasto en pensiones tiene una explicación. O dos. La primera es que Sánchez decidió subir esas pensiones en función del IPC, en un momento de inflación desbocada. Y en segundo lugar decidió suprimir del factor de sostenibilidad.

¿La consecuencia? La que ya advirtieron muchos economistas, agencias de calificación como Moodys Standard&Poor's, la AIREF, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, o el propio Banco de España y el FMI.

Ese desvío notable nos aboca a un ajuste que desde Bruselas elevan a casi 12.000 millones de euros. Sánchez presumía que tenía el aval político, pero ahora recibe un suspenso técnico que es una bofetada sonora a la reforma de las pensiones. Es el documento que desnuda el agujero de las cuentas de Sánchez, que son como las de la lechera pero a lo bestia.

¿A qué nos enfrentamos a partir de ahora? Toca ajustarse el cinturón varios agujeros, con nuevas medidas o con un incremento adicional de las cotizaciones.

Esto lo que viene es a confirmar es que la reforma de las pensiones de Pedro Sánchez pensó en un presente muy efímero, pero que en ningún caso garantiza su sostenibilidad.

En Oriente Próximo podemos hablar de tensión amortiguada. Nada de calma tensa, porque en Gaza sigue la guerra y, por si fuera poco, en la enganchada que mantiene Israel con Irán, pues todavía hay que esperar a nuevos movimientos, que nadie descarta.

Es un toma y daca sin final escrito. El origen más cercano, sí lo conocemos. Si Irán apoya a los terroristas de Hamás en su ofensiva contra Israel que dejó 1.300 muertos, el estado hebreo responde atacando el consulado iraní en Damasco y abate a media docena de militares, entre ellos un alto comandante.

Luego llega Irán y el sábado pasado empieza a lanzar misiles y drones explosivos sobre territorio israelí. Más de 350

y según el Gobierno de Netanyahu el 99% interceptados. Pero aun así, dicen en Israel, hay que responder a Irán: “No solo tenemos capacidad para parar los misiles antes de que causen daño, sino que, además, te vamos a volver a dar un toque, controlando cualquier tipo de movimiento porque a ninguno de los dos nos interesa que esto se les vaya de las manos”.

Y en esas están. A ninguno de los dos, ni a Israel ni a Irán les interesa abrir una guerra directa. De ahí lo último. Esa ofensiva israelí contra Isfahán, que es la provincia que alberga el núcleo del programa de energía atómica. Si no hubiera sido controlado, habrían abierto una herida profunda. Pero no ha sido así. Fue una represalia israelí limitada, sin consecuencias y que, y esto es importante, Teherán le resta importancia.

Es una especie de ojo por ojo pero sin sacárselo. ¿Y ahora qué? ¿Qué va a ser lo siguiente? Porque todo esto no solo genera inestabilidad en Oriente Próximo. Cualquier movimiento sacude el tablero internacional y termina salpicándonos a todos. Lo primero con el precio del petróleo. Y se vio ayer. Empezó subiendo y luego viendo que lo de Israel había sido un ataque contenido y frío quedó estable. Por cierto. ISRAEL, a esta hora, ni se atribuye ni se desmarca del ataque. Esto es lo habitual dentro de la estrategia de Netanyahu. EE. UU. niega que esté detrás apoyando en acciones ofensivas. Y apuestan por la desescalada de la tensión. La deseada contención, que es la palabra que más han repetido desde distintas partes del mundo. También aquí lo hacía Margarita Robles, la ministra de Defensa.

Esto mientras su jefe, el presidente del Gobierno ha estado de tournée internacional defendiendo el reconocimiento del Estado palestino. Solo cuando ha visto la respuesta, ha enfriado la posibilidad de hacerlo de forma unilateral.

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