Herraiz, sobre las palabras de Teresa Ribera: "Es una clara mimetización con los más radicales"

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Muy buenos días. Desde las seis te venimos acompañando en LA MAÑANA DEL FIN DE SEMANA de COPE en este día de San Sebastián. 20 de enero, dice el refrán, que San Sebastián en cueros entra el aire por los agujeros. Y ha entrado el aire, el frío y la nieve. Ha sido una noche heladora en ese círculo que forman las provincias de Segovia, Soria, Guadalajara, Zaragoza y Teruel. En Soria los termómetros se han desplomado por debajo de los 10 grados bajo cero. La previsión hablaba de mínimas de hasta -15 grados. Y eso tiene una consecuencia. La nieve que ha caído ha comenzado a helarse, y las placas de hielo complican aún más la circulación en las carreteras.

Hay un punto de Soria en la N-122, en el tramo que va de la capital soriana a Ágreda, donde ha tenido que intervenir la unidad militar de emergencias. Ahí estuvo nevando, prácticamente sin parar durante 12 horas y por mucha sal que lanzaban las máquinas quitanieves a la carretera, la nieve empezó acumularse. A partir de ahí, varios camiones se cruzaron por el deslizamiento de los neumáticos, bloquearon los dos carriles, dejando atrapadas a casi 600 personas. Entre ellas Álvaro.

Y así estuvieron decenas vehículos hasta las once de la noche, cuando los servicios de emergencia, guardia civil y los efectivos de la unidad militar de emergencias consiguieron destascar ese punto, dejando limpia la calzada.

Si no tienes más remedio que coger el coche y lo vas a hacer en las provincias donde ha nevado, comprueba el estado de la vía porque hay medio centenar de carreteras con muchos problemas. Seis en la red principal.

¿Qué previsión tenemos? Además del frío, a esta hora, de la nieve que permanece en las carreteras, y del hielo en la calzada, hay que decir que esta borrasca bautizada como Juan es pasajera. A partir de mañana remite y se queda el frio.

¿Y además del temporal y de la nieve qué? Tenemos el señalamiento de la vicepresidenta Teresa al juez García Castellón, que no es ni casual ni algo individual fruto de una ocurrencia. Ribera ha entrado con el hacha de guerra contra un magistrado de la Audiencia Nacional con nombre y apellidos.

Se llama MANUEL GARCÍA-CASTELLÓN y -hasta el 23 de julio- para los socialistas era un fenómeno. Investigaba casos que salpican al PP como la trama Kitchen o la Púnica. Entonces era un juez respetado y respetable. Hasta que ha tomado una decisión que no le gusta al Gobierno. Y no porque les afecta a ellos, sino a los separatistas que les sujetan en el poder.

Es el juez que investiga lo de Tsumani Democratic, los que bloquearon el aeropuerto del PRAT, los que llamaron a cortar carreteras y a incendiar las calles en colaboración con los CDR.

En su último auto sobre esta cuestión, GARCÍA-CASTELLÓN mantiene los cargos de delitos de terrorismo y sigue mirando al líder de JUNTS, Carles Puigdemont. Y hasta ahí podíamos llegar, aceptar que un juez complica la AMNISTÍA. Como Gobierno sabe que Bruselas no tragaría con la cuestión, pues se ha revuelto contra el auto del juez. Y la encargada de ponerle voz en la televisión pública ha sido la vicepresidenta Teresa Ribera, que no es que se haya echado al monte. Es que es la elegida por Sánchez para hacer este trabajo sucio.

Una vicepresidenta del Gobierno señalando a un juez, con nombres y apellidos, porque ha tomado una decisión que no le gusta. Ya no son solo los de PODEMOS, que en esto son maestros. O los de SUMAR. O los de Esquerra y Junts, muy dados también a señalamientos. Ahora una vicepresidenta del PSOE, en una clara mimetización con los más radicales.

Qué bien retrata la fonoteca siempre a Pedro Sánchez. Lo de Teresa Ribera no da pie a interpretaciones. Dice lo que dice. Señala sin piedad. Y acusa, directamente, al juez García-Castellón, de prevaricar, jugando con los tiempos de sus decisiones judiciales y de lawfare, dando la razón a los indepes.

No es casual la reacción de la vicepresidenta del Gobierno. Tampoco hay que ceñirla a una opinión personal. Forma parte de una estrategia dictada por el fugado PUIGDEMONT. Por eso el interés desmedido por controlar la Justicia.

Tienen ya el Constitucional y les falta el Consejo General del Poder Judicial, para poner sus garzas sobre el Supremo y los tribunales que osen a cuestionar sus decisiones.

Moncloa ha salido a matizar. Que oye, que mira, que ellos respetan. No. Lo de Ribera no es un calentón ni una improvisación. El PSOE sabe que se la juegan con lo de la

AMNISTÍA. Si Puigdemont no vuelve a España libre y sin mancha penal en su historial se rompe la baraja. Lo de la acusación de terrorismo es un escollo difícil de salvar y el juez García-Castellón un obstáculo. Por eso Teresa Ribera, es decir, el Gobierno, va a por él.

Y luego, en este sábado, hay que hablar de la CASA DEL REY, con un relevo que tiene dos grandes protagonistas, de los que te hablo enseguida. En ZARZUELA hay una figura que se mueve siempre en un segundo plano, con discrección, con audacia, pero que es esencial par el funcionamiento interno de la Institución. Te hablo del jefe de la Casa del Rey. Es un cargo trascendental, que a parte de ser un consejero diplomático del rey, además de dirigir todos los servicios de la casa de su majestad, es el encargado en la sombra de ajustar la política de Zarzuela.

Ha habido jefes de la Casa del Rey más conocidos, otros que han pasado más inadvertidos, pero todos han jugado un papel clave. Si repasamos esta figura durante el reinado de don Juan Carlos, pues ahí está el primero, que fue, Nicolás Cotoner y Cotoner, Sabino Fernández Campo, Fernando Almansa, Alberto Aza y Rafael Spottorno. Ya digo, una figura trascendental.

Cuando Felipe VI asumió la corona tras la abdicación de su padre, eligió como jefe de la Casa del Rey a una persona de su máxima confianza: JAIME ALFONSÍN. Este abogado del estado, ha forjado el perfil del heredero y su proyección tanto nacional como internacional desde que la Casa Real, a finales de 1995, le nombró secretario del entonces Príncipe Felipe.

Desde entonces le ha acopañado en sus viajes, en los actos institucionales siempre con prudencia y discrección, convirtiéndose en la auténtica sombra del rey. Se está destacando su papel en momentos difíciles para la Monarquía y en decisiones que ha tomado Felipe VI especialmente dolorosas para la familia. Ahí está el exilio de don Juan Carlos en Abu Dabi, la renuncia don Felipe a la herencia de su padre, la retirada de la asignación que recibía el emérito del presupuesto de la Casa Real o la reducción de la familia Real y la retirada del título a la Infanta Cristina. Alfonsín también tuvo un papel destacado en el discurso que FELIPE VI pronunció el 3 de octubre de 2017, tras el intento de golpe separatista.

Ahora, la Casa del Rey anuncia el relevo de Jaime Alfonsín y nombra jefe de la institución a Camilo Villarino, un diplomático con una larga trayectoria, que ha sido director del ministerio de Exteriores con gobiernos del PP y del PSOE que ha estado destinado en Bruselas, Washington y Rabat y cuyo nombramiento ha concitado un aplauso casi general, algo poco habitual en los tiempos que corren.

El nombramiento de CAMILO VILLARINO como jefe de la casa del Rey llega en un momento especialmente trascendental para España, con la AMINISTÍA como eje político del Gobierno para seguir en Moncloa.

Pues ahí está el relevo en la jefatura de la Casa del Rey. Lo asume CAMILO VILLARINO y Jaime Alfonsín, que tiene 67 años, seguirá como consejero privado de Felipe VI. Aquí adelantarse es osado, y el tiempo marcará su forma de proceder, aunque no se espera ningún cambio sustancial en el rumbo de la Institución.

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