2020: El año en que vivimos peligrosamente

Empieza el año y es tiempo de echar la vista atrás y repasar uno de los años más difíciles de nuestras vidas.

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2020: El año en que vivimos peligrosamente

Nacho Rodríguez de Tapia

Guadalajara - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Con el 2021 en marcha es tiempo ahora de mirar hacia delante. Plantearse el nuevo año y vislumbrar el abanico de posibilidades que tenemos delante. Pero también es tiempo de echar la vista atrás y revisar cómo nos ha ido. Las cosas que hicimos bien y las que hicimos mal. El pasado es el ensayo del futuro y, sin duda alguna, hay que tenerlo siempre presente si queremos aprender y mejorar día a día, año a año.

Sin duda, el 2020 ha dejado huella. Ya los hay que utilizan con humor el término dosmilveinte para dar cuenta de las cosas malas. Porque si algo nos ha dejado este año son palabras nuevas -y no tan nuevas- que se han popularizado e incluido en el vocabulario habitual de la gente. Palabras como “coronavirus”, “confinamiento” o “teletrabajo” se han pronunciado este año como nunca antes se había hecho y eso es la prueba irrefutable de que las cosas han ido de forma muy distinta a como lo planteábamos hace exactamente un año, pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

El Inicio.

Los primeros días del año 20 transcurrieron con total normalidad en nuestra parte del mundo. Nuestro pequeño espacio de tierra vivió la Navidad y el Año Nuevo con la misma alegría de siempre, completamente ajenos a lo que ocurría en el otro lado del mundo. Allí, el 31 de diciembre de 2019, China reportaba a la Organización Mundial de la Salud los primeros casos de una extraña neumonía en la ciudad de Wuhan. Al acabar el mes de enero, conocimos la palabra “coronavirus” y China aislaba a 11 millones de personas. Era 25 de enero, el virus llegaba a Europa y nosotros conocíamos a Fernando Simón, el Director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Salud. En rueda de prensa con los periodistas aseguró que debíamos estar tranquilos y aventuró una predicción muy poco acertada: “nosotros creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de un caso diagnosticado”.

A estas alturas el acumulado en nuestro país ronda los 2 millones de casos y los 50 mil fallecidos pero en ese momento solo 20 países fuera de China habían detectado casos de coronavirus dentro de sus fronteras. El conteo de casos creció de forma abrumadora; el desconocimiento y la falta de medidas preventivas generó una subida rápida en pocas semanas. Al empezar marzo los contagios ya habían llegado a los 90 mil y 3 mil personas ya habían perdido la vida. Mientras en España, organizábamos el 8 de marzo como uno de los eventos más multitudinarios y polémicos de la temporada. La anual manifestación llenó las calles de las ciudades españolas bajo la noble excusa de la lucha feminista y con el beneplácito de un gobierno que apenas unos días después declaraba el Estado de Alarma y el confinamiento domiciliario obligatorio de casi 47 millones de personas.

El Estado de Alarma

Las imágenes de aquellas semanas son más propias del cine que de la realidad aunque no tuvieran nada de ficción. Las calles completamente vacías y sin muchas alternativas, la vida pasó a ser digital. La sociedad española -y la del mundo entero- gestionó sus necesidades sociales a través de Internet y, en nuestra capacidad de adaptarnos a las inclemencias, las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo, humor y concienciación. Artistas, deportistas y referentes mundiales se unieron bajo un mismo lema. Nació el #StayHome, el “Quedate en Casa” y la creatividad se abrió paso entre las malas noticias. El confinamiento mantuvo a los españoles total o parcialmente confinados durante 99 largos días en un Estado de Alarma que culminó el día 21 de junio, momento exacto en el que dio comienzo un nuevo experimento del Gobierno, la denominada Nueva Normalidad.

Comenzó entonces una nueva normalidad llena de polémica política, económica y social. En España al menos 3,4 millones de trabajadores se encontraron en situación de ERTE. Se sucedieron las manifestaciones de decenas de sectores castigados por una crisis que ya tenía nombre de enfermedad. La crisis del coronavirus fue el caldo de cultivo para la movilización ciudadana y las caceroladas, un sonido que se repitió durante semanas por todo el país para protestar por la gestión de la pandemia por parte del Gobierno. Los sectores más perjudicados vivieron estos días de apertura semanas de tranquilidad aunque seguían enmarcados en algunos de sus meses más tristes. Mientras el sector turístico venía de batir récord en 2019 con la llegada de más de 83 millones de turistas, el 2020 ha dejado unos resultados bastante preocupantes. En los meses de verano apenas 6 millones de turistas llegaron a nuestras playas, una caída del 83%.

La Segunda Ola.

La Nueva Normalidad trajo consigo la relajación de las medidas sanitarias y como consecuencia la segunda ola del coronavirus. Una mucho más virulenta que deja cientos de miles de nuevos contagios y aun sigue activa a día de hoy. Con la llegada de septiembre se reactivaron las ciudades y los comercios y si por algo se define esta segunda ola es por el nuevo Estado de Alarma. La nueva normalidad trajo mucha polémica, sobre todo, política. La disputa entre la presidenta de la Comunidad de Madrid y el Ejecutivo trajo consigo un nuevo Estado de Alarma que pretendía dar potestad al gobierno para tener la última palabra en el debate. Una medida que concluyó

Aunque todo enmarcado en un nuevo escenario: la esperanza de la vacuna. Margaret Keenan fue la primera mujer en recibir la vacuna contra el coronavirus. Eso, ya es historia reciente.

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