La lista de grandes inventos españoles con creadores casi desconocidos: cómo se inventaron

En 'La Noche de Arjona' hacemos un repaso de los inventos españoles que son imprescindibles en nuestra vida pero pocas personas saben reconocer a sus creadores

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La lista de grandes inventos españoles con creadores casi desconocidos: cómo se inventaron

Redacción La Noche de Adolfo Arjona

Málaga - Publicado el - Actualizado

8 min lectura

La fregona, del futbolín, de la epidural, el libro electrónico... ¿Qué tienen en común todos estos inventos? Que detrás había un hombre o una mujer españoles y que pocos conocen sus nombres.

La Epidural

El primer nombre es el de Fidel Pagés: nacido en el seno de una familia acomodada de Huesca. Pocos saben y pocos recuerdan que a este médico militar le debemos, entre otras cosas, la anestesia epidural... el parto sin dolor. La vida de Fidel Pagés fue muy productiva, pero corta: moría en un trágico accidente de coche a los 37 años.

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Este médico militar estuvo en las guerras de Melilla, en la Primera Guerra Mundial y en la guerra del Rif. He leído que los soldados heridos querían que los atendieran Fidel Pagés. Incluso que operó a José Millán-Astray, el fundador de la Legión. Se le atribuye también una mejoría en la reorganización del sistema militar de salud e incluso en la modernización de la cirugía en nuestro país. Fue médico en la plaza de toros de Las Ventas. Llegó a entablar amistad con la Reina María Cristina.

¿Y cómo es posible que siendo todo un personaje de principios del siglo XX no lo conozcamos la mayoría de nosotros? Porque su artículo no se tradujo a otros idiomas y llegó un listo, un cirujano italiano, y escribió un artículo cas igual y todo el mundo lo consideró el descubridor de la epidural. Claro, Pagés ya había fallecido. Es muy curioso cómo se destapó el pastel y se aclararon las cosas... fue un médico argentino.

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Máquina de Rayos X portátil

Mónico Sánchez: un hombre nacido en 1880 en el pueblo de Piedrabuena, en Ciudad Real. Su futuro, como el de otros tantos jóvenes de la época, era trabajar y vivir del campo, pero Mónico era un joven distinto, especial, con grandes sueños y con la capacidad de convertirlos en realidad. Estamos hablando del inventor de la máquina de Rayos X portátil.

Este hombre es digno de admirar. Mónico Sánchez nació en el seno de una familia humilde de un pueblo de interior… un pueblo de Castilla La Mancha. Se matriculó en un curso de electrotecnia a distancia y en inglés. El profesor, realmente impresionado por la brillantez de su alumno, decide animarlo a cruzar el Atlántico y seguir formándose en Estados Unidos. Allí termina trabajando como ingeniero jefe en una compañía que es donde se aproxima a la electromedicina. Y es entonces cuando, entre otras cosas, inventa una máquina de rayos X portátil. Esta era la gracia porque los rayos X ya estaban inventados, pero Mónico Sánchez lo que consigue es reducir el aparato y poder meterlo en un maletín. Mónico Sánchez falleció a los 80 años en su pueblo natal, en Piedrabuena. Era el año 1961.

¿Qué tienen en común la fregona y la jeringuilla desechable?

Lo que tienen en común es su inventor. Un ingeniero aeronáutico español llamado Manuel Jalón Corominas que nació en 1925 en Logroño.

La fregona

En 1955, siendo capitán ingeniero aeronáutico, va a Estados Unidos durante unos meses a hacer un curso de mantenimiento de los aviones de combate F-86, los primeros de propulsión a chorro, de reacción, que iban a dotar al Ejército del Aire español. Y es allí donde encuentra la inspiración porque cuando terminaban las clases tenían que limpiar el hangar, y lo hacían con una fregona que escurría bayetas al extremo de un palo y con un cubo metálico que tenía dos rodillos… entre esos rodillos se oprimía la bayeta accionándolo con el pie. Fue así como surgió la inspiración de lo que posteriormente sería la fregona doméstica que tenemos todos en casa. Por cierto, que la idea surgió tomando una cerveza con un amigo y viendo cómo una mujer fregaba el suelo del bar de rodillas y con las manos.

Las primeras fregonas sí que fueron una adaptación con los materiales que había entonces en España, pero posteriormente diseñó un modelo, al que llamó Gaviota (este Gaviota es la típica fregona con el cubo de plástico y la canastilla para meter la fregona y escurrirla), que él mismo había diseñado y registrado en nuestro país y en otros europeos. Ese modelo, al que se le llamó, ‘fregona española’ se llegó a exportar a treinta países. Durante los 20 años de validez legal de la patente se vendieron más de 60 millones de unidades en España.

Según contaba el propio Jalón, en enero de 1957 comenzó a fabricar de forma industrial una primera serie de 200 unidades de fregonas. Fue gracias al préstamo de dinero de familiares y amigos. Jalón siempre dijo que el éxito de la fregona se debió a Enrique Falcón Morellón, que era representante de accesorios de automóvil y que desde el principio le intrigó el invento de la fregona. Era buen comercial y empezó a colocarle las fregonas en distintos puntos de ventas y ferreterías.

El problema es que había que hacer una gran labor de demostración porque muchas mujeres se negaban a utilizar un aparato que no habían visto nunca. Alguna mujer que otra incluso exigió la devolución del dinero porque su marido le había comprado ese utensilio tan raro y ‘las mujeres fregamos de pie’, decían.

La jeringuilla desechable

A Manuel Jalón también se le atribuye la jeringuilla desechable. La jeringuilla ya existía pero él inventó la jeringuilla de un solo uso. En lugar de ser de cristal o plástico duro, redujo la calidad del plástico y las hizo desechables. Levantó la fábrica Fabersanitas que sigue siendo el mayor productor del mundo de jeringuillas y agujas desechables con más de cuatro millones diarios de jeringuillas y agujas. Del mismo modelo de jeringuillas que diseñó Jalón y su equipo se llevan fabricadas más de 20.000 millones de unidades en el mundo.

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En 1992 Jalón fue nombrado hijo predilecto de Zaragoza, donde pasó la mayor parte de su vida y donde falleció en el año 2011.

El funicular

Leonardo Torres Quevedo registró su primera patente en 1887 sobre “un sistema de camino funicular aéreo de alambres múltiples". Diez años más tarde, en 1907, se construye el primer teleférico apto para el transporte público de personas, en el Monte Ulía, en San Sebastián.

Torres Quevedo construye su primer transbordador o teleférico en su casa de Molledo, su pueblo natal. Lo llamó "transbordador de Portolín" y lo inventó como solución para salvar un desnivel de unos 40 metros. El teleférico tenía unos 200 metros de longitud, era de tracción animal (utilizó una pareja de vacas) y tenía una silla a modo de barquilla. Aquel mismo año, estamos hablando de 1887, solicitó la patente de este invento: un funicular aéreo de múltiples cables, con el que lograba un coeficiente de seguridad apto para el transporte de personas y no solo de cosas.

Dejó aparcado este invento y lo retomó en 1903 porque la patente caducaba el 15 de febrero de 1904. Preparó varios proyectos en San Sebastián y Zaragoza y en 1907, construyó por fin el primer transbordador apto para el transporte público de personas. Fue en el Monte Ulía, en San Sebastián.

El transbordador o teleférico inventado por este cántabro, Leonardo Torres Quevedo, fue construido incluso fuera de nuestro país. Es más… Este invento español llegó a las cataratas del Niágara donde incluso hay una placa que lo recuerda.

Está en un punto que se conoce como El Remolino y es un recodo del río Niágara. Ahí está el funicular aéreo, casi horizontal porque el desnivel es de solo un metro, que une dos puntos de la orilla canadiense del recodo del río. Fue construido por la empresa española The Niágara Spanish Aerocar entre 1914 y 1916 y se inauguró oficialmente el 8 de agosto de 1916. Jamás se ha registrado ningún accidente de importancia. Se desplaza a 120 metros por minuto. A la entrada a la estación de acceso del funicular hay una placa de bronce que dice: «Transbordador aéreo español del Niágara. Leonardo Torres Quevedo (1852–1936)».

El libro electrónico

Ángela Ruiz Robles, conocida en su momento como doña Angelita, fue maestra, escritora e inventora, nacida a finales del siglo XIX en Villamanín, un pueblo de León. Aunque cueste creerlo, ya en 1949 esta mujer registró la patente del e-book o libro electrónico, quería evitar que sus alumnos llevaran tanto peso.

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Doña Angelita falleció a los ochenta años sin poder ver 'materializado' su invento... su Enciclopedia Mecánica no se llegó a comercializar. España estaba sumergida en un periodo de postguerra y pobreza y el país no estaba para estas cosas.

Ángela Ruiz Robles escribió una quincena de libros, fundó su propia academia. Falleció en 1975.

El futbolín

Alejandro Campos Ramírez, quien se hizo llamar Alejandro Finisterre. La primera patente del futbolín es de finales del siglo XIX (1880-1890) y se registró en Alemania. La diferencia entre estos dos tipos de futbolines es que en el alemán los jugadores tenían las piernas unidas y en el español las piernas están separadas. La idea surge porque, tras los bombardeos de Madrid durante la Guerra Civil, ve en el hospital a muchos niños heridos que no podían jugar al fútbol. Y esa fue la inspiración. Es una pena, pero no se conserva el diseño del primer futbolín que diseñó y patentó Alejandro Finisterre en 1937. Los papeles se perdieron en una tormenta.

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No se conservan los dibujos del primer futbolín que planteó Alejandro Finisterrre en 1937 y que patentó. Alejandro Finisterre, que se había exiliado tras la Guerra Civil, volvió a España durante la Transición, fue el albacea testamentario del poeta León Felipe. Cuando murió Alejandro The Guardian escribió un bonito y extenso obituario reconociéndolo como el ‘exiliado de Franco creador del fútbol de mesa’.

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