El piloto que salvó a 45 personas a bordo de un avión viendo por un solo ojo: “Nunca lo imaginé”
En 'La Noche de Adolfo Arjona' recordamos el Vuelo 110 de TACA que tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en New Orleans, con el capitán de la nave, Carlos Dárdano
Málaga - Publicado el
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El 24 de mayo de 1988. Un día más en la programación aérea de TACA, aerolínea de El Salvador que hoy opera bajo la marca de Avianca. Aquel día, un Boeing 737 iba a cubrir la ruta internacional entre el aeropuerto Phillip Goldson de la Ciudad de Belice, en Centroamérica, y el aeropuerto Louis Armstrong de Nueva Orleans.
En un momento del trayecto, en aguas del Golfo de México (cerca de Louisiana), el avión entraba en una zona de nubes, pero resultó ser mucho más que eso: el agua, el hielo y el granizo afectaron a los motores, que empezaron a perder potencia. La única salida, la única forma de evitar la catástrofe, era realizar un aterrizaje de emergencia.
A los mandos estaba el capitán Carlos Dárdano, salvadoreño, un hombre que creció entre aviones (por el trabajo de su abuelo y de su padre). Lleva tras de sí miles de horas de vuelo, su carrera como piloto comercial de TACA comenzó hace prácticamente treinta años. Aunque lo ocurrido 1988 es, sin duda, el episodio que nunca podrá olvidar.
Cómo perdió el capitán Carlos Dárdano su ojo izquierdo
Carlos Dárdano, capitán del vuelo de TACA ha explicado en ‘La Noche de Adolfo Arjona’ cómo fue el momento en el que perdió el ojo izquierdo. Tuvo lugar en El Salvador, en 1982 y ocurrió tras alcanzarle una bala cuando pilotaba un pequeño avión en el que trasladaba a una familia italiana. Era plena guerra civil en el país. Ensangrentado, siguió pilotando aquel día tras el disparo. y ni mucho menos aquello supuso el final de su carrera.
El Vuelo 110 de TACA
La pérdida de su ojo no le impidió seguir pilotando aviones a lo largo de su carrera. Seis años después tuvo lugar el incidente del Vuelo 110 de TACA y gracias a su habilidad a los mandos de la nave, consiguió que las 45 personas que iban a bordo del avión, salieran ilesas del aterrizaje de emergencia. “Las condiciones meteorológicas nos obligaron a realizar el aterrizaje de emergencia. Solicitamos una desviación por el mal frente. Rodeamos las tormentas e iniciamos el descenso para atravesar las nubes. No captamos una señal de radar debido a la potencia de la tormenta. Con las condiciones solo podíamos enfrentarnos a lo que teníamos delante. Encontramos granizo y lluvia que provocaron que se ahogara el sistema de combustión del motor. Se apagaron los motores y tuvimos que aterrizar y tocar tierra en un prado”, ha precisado el capitán sobre lo que ocurrió aquel día.
“Las condiciones meteorológicas nos obligaron a realizar el aterrizaje de emergencia. Los aparatos dejaron de funcionar y solo dependíamos de la carga de la batería del avión. Mantuvimos las alas nivelas mientras sonaban todas las alarmas de la nave. Todo el mundo gritaba en el avión”, recordaba el Carlos Dárdano con Adolfo Arjona.
El capitán ha asegurado que “fue una situación que nunca antes había vivido. Los motores se quemaron. Estaba todo congelado y tuvimos que apagarlas. Ahí nos dimos cuentas de que la emergencia era inminente. Primeramente dirigimos la nave hacia la zona del agua lo más próximo posible a la civilización para que pudieran rescatarnos si chocábamos. Pero el copiloto se dio cuenta de que había una borda con zona de prado donde podíamos aterrizar. Procedimos a hacerlo, sacamos el tren de aterrizaje y conseguimos frenar la nave”.
“Los pasajeros estaban atemorizados pero nosotros en la cabina, en ningún momento entramos en pánico. Nunca pensamos en que podríamos morir. Se realizó un aterrizaje bastante bueno. Fue el mejor aterrizaje de mi vida. Al ver el aterrizaje sentimos mucha felicidad y los nervios se convirtieron en celebración”, ha concluido el capitán Carlos Dárdano.