¿Cómo es vivir con sensibilidad química múltiple?
Judit Marqués explica en 'La Noche' que se ha tenido que mudar a una masía ecológica y cambiar sus rutinas de limpieza doméstica
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Judith Marqués tiene 45 años. Trabajaba en una planta de pesticidas cuando hace 15 años se le detectó una sensibilidad química múltiple, una enfermedad que le ha provocado una intolerancia total a los productos químicos, que empezó con una fatiga crónica, más tarde con dolores erráticos y otro tipo de achaques hasta que finalmente tuvo que solicitar la baja indefinida de su propio oficio.
En 'La Noche', Judith ha explicado que "nunca" pudo imaginar que su enfermedad "tuviera que ver con el trabajo y con los pesticidas" porque los síntomas se pueden relacionar "con muchas otras cosas".
"Me dedicaba tanto a hacer jardines como a fumigar espacios pero, sin las protecciones adecuadas", le ha dicho Judith a Beatriz Pérez Otín. Aunque no se encontraba bien, nunca unió sus síntomas con su trabajo, así que no se opuso a continuar su trayectoria profesional en una empresa de plantas ornamentales. "Muchas veces esa planta estaba acabada de tratar, pero yo no lo sabía", sostiene esta mujer, que añade que "nadie sabía que estaba acabada de tratar", por lo que "evidentemente trabajaba sin protecciones".
Judith, ingeniero agrícola de profesión, empezó "con mucho dolor y fatiga" y llegó a estar postrada en la cama, con ataques epilépticos, dificultad para pensar, confusión "de números y letras" y falta de fuerza. Fue entonces cuando relacionó su contacto con pesticidas con todo lo que le pasaba.
Durante bastante tiempo, Judith fue de médico en médico hasta que uno de ellos relacionó lo que le pasaba con una intoxicación química por el material con el que trabajaba.
Descubrir la sensibilidad química supuso "un gran paso" para ella, porque pudo "empezar a tomar medidas" en su vida que le permitieran ir a mejor. "Tienes que empezar a hacer protocolos de convivencia diaria: cambias el agua que bebes por una ecológica, adaptar tu casa para que sea más limpia", ha indicado, explicando que para la limpieza doméstica ha cambiado la lejía por el agua oxigenada o el detergente común por bicarbonato.
El cambio más significativo es el de residencia. De vivir en una ciudad, Judith ha pasado a hacerlo en una masía ecológica rodeada de bosque. Sin embargo, a su alrededor hay campos agrícolas donde utilizan herbicidas y residuos de purines de cerdos, lo que le provoca "morados por el cuerpo, más fatiga de la cuenta y aturdimiento".