La foto de Fernando de Haro: “La tierra abierta con una puñalada honda, la herida sangra y no hay cirujano"
La foto de Fernando de Haro
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La foto de hoy está tomada en un paisaje sombrío e inhóspito. Al fondo un cielo blanco, pálido de niebla. Un cielo como una amenaza anónima, con una nada de lluvia. Y luego unos pinos ralos, muy altos, que ahorran energía para buscar un sol lejano. Un paisaje húmedo como el pantano de la costumbre, como una tierra nunca drenada. En primer plano el interior de una zanja ancha, una zanja fresca. El suelo de arcilla, como de albero pálido. La trinchera, porque la zanja es una trinchera, la ha abierto una excavadora con dentelladas irregulares. Han quedado al aire las raíces desnudas, oreadas por la fractura. En la orilla izquierda árboles sin sustento, en la orilla derecha arboles sin sustento. La tierra abierta con una puñalada honda, la herida sangra y no hay cirujano dispuesto a cerrarla. Nadie la cose, ni se cierra ni se cura. La cicatriz lejana. El hoyo largo y angosto sirve para proteger a hombres convertidos en soldados, para que disparen sin que les alcancen las balas de los hombres del otro lado convertidos también soldados. Cuando llueva la trinchera se convertirá en un barrizal, cuando arrecie el fuego la trinchera se convertirá en un río de muertos solos, cuando caigan las bombas la trinchera será la zanja del miedo, un miedo animal, un miedo que bestializa. Cuando los hombres entren en la zanja se convertirá en una corriente de odio y de miseria.