Empezamos el puente de Todos los Santos. Va a ser un puente pasado por agua. Empezamos el puente con un suceso, una noticia que nos ha helado la sangre. La noticia del asesinato del niño de 9 años en el pueblo de Lardero en La Rioja, después de un breve secuestro. Como ya sabes, ayer hubo indignación en Lardero e incluso un intento de linchamiento por parte de los vecinos.
El presunto asesino estaba en libertad condicional después de haber sido condenado por el asesinato y agresión sexual a una joven. Es lógico que ante un caso así se reabra el debate sobre los beneficios penitenciarios y sobre nuestro código penal. Pero quizás antes de meternos en ese debate conviene, por humanidad, considerar el dolor de su familia. No podemos imaginar ese dolor. En realidad todo lo que rodea el fondo de un caso así, el sufrimiento y la muerte de un inocente se nos escapa. Por más explicaciones que busquemos siempre son insuficientes. Nos quedamos sin palabras. Queremos mirar para otro lado. Descanse en paz este pequeño vecino de Lardero. Nació para ser feliz. Intuimos, sabemos, que esa promesa de felicidad, no ha quedado truncada.
David Fernández, del restaurante O Curro da Parra en Santiago de Compostela, nos contaba hace unos días que el verano no le había ido mal para el negocio.
Acabamos la semana con una imagen bastante precisa de cómo fue la reactivación económica durante el verano. Hemos tenido esta semana dato de paro, dato de inflación, y hoy hemos tenido dato de PIB, el PIB es todo lo que se produce en una economía durante un período de tiempo, en este caso durante los meses de verano. Si crece mucho el PIB, la economía se recupera con fuerza. Si crece menos se recupera con menos fuerza. Lo que hemos sabido hoy es que la economía creció en verano un 2 por ciento. ¿Eso es poco o mucho? No es un cifra buena. El INE ya corrigió a la baja su estimación del crecimiento económico del segundo trimestre y ahora se confirma que la recuperación pierde fuerza. La recuperación perdió fuerza, entre otras cosas, porque consumimos menos. No teníamos confianza.
¿Qué consecuencias tiene esta ralentización de la recuperación? Hay una primera consecuencia evidente. El Gobierno había dicho que este año íbamos a crecer un 6,5 por ciento y eso no se lo cree ya nadie porque haría falta un subidón a finales de año que no se va a producir. Habrá menos recaudación y habrá más déficit. Eso es malo porque significa que más tarde o más temprano habrá ajustes.
Este dato de la ralentización económica hay que combinarlo con la fuerte subida de los precios que hemos conocido esta semana. La subida de los precios de la energía se ha trasladado ya a otros productos que no son energéticos. La única buena noticia económica de la semana ha sido que, a pesar de haber crecido menos de lo esperado en verano, se ha creado bastante empleo. Esa es una excelente noticia. Significa que al menos este verano no ha hecho falta mucho crecimiento económico para que se creara mucho empleo.
Eso en parte ha sido posible porque el mercado laboral desde la reforma de Rajoy es un poquito más flexible. Si en estas circunstancias se aprueba la reforma laboral que quiere Yolanda Díaz el mercado laboral será menos flexible. Se favorecerá que la subida de precios produzca una subida automática de salarios que harían perder fuerza a la economía. Es duro saberlo pero para que se fortalezca la economía es necesario que durante un tiempo la subida de los precios no se traslade a los salarios. De otro modo España entraría lo que los economistas llaman un círculo vicioso de más inflación y menos crecimiento.