De Haro: "Un país con 43.000 muertos, pendiente de las mentiras de Interior, es un país debilitado"

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El tiempo dirá si hemos aprendido mucho o poco en esta pandemia. Hace unos días leía las declaraciones de un ensayista francés, F, que apuntaba que con la pandemia hemos redescubierto que la vida de un anciano vale tanto como la de una persona en plena posesión de sus fuerzas. Y que eso demuestra que el nihilismo, esa idea de que todos no somos nada, aún no ha vencido, y que seguimos siendo una civilización.

El tiempo dirá si hemos aprendido o no en esta pandemia. Desde luego, hemos tenido la ocasión de comprobar que la realidad no es lo que imaginamos, ni pensamos. La realidad es testaduramente diferente a nuestras elaboraciones. Parece que todos nos hemos dado cuenta menos los políticos, menos algunos políticos. El ejemplo lo hemos tenido esta mañana con Sánchez y su presentación de la sexta prorroga del estado de alarma en el Congreso. Sánchez se ha empeñado en construir una realidad paralela al presentar su gestión del confinamiento y de la desescalada como una actuación modélica.

Como ya no va a haber más estados de alarma y después de la prorroga de hoy, volveremos a una cierta normalidad el 21 de junio, Sánchez ha decidido que era hora de hacer balances. Y el balance ha consistido en colgarse medallas. Ha pintado un confinamiento modélico, basado en las evidencias de la ciencia.

Sánchez, una vez más, ha censurado que somos uno de los países con más muertos por cada 100.000 habitantes, que se reaccionó tarde cuando las alertas internas. No contento con eso, Sánchez ha asegurado que la desescalada ha sido inteligente. Ni sombra de la falta de test, de mascarillas, de la subasta política.

El Gobierno de Sánchez está empeñado en ese ejercicido de publicidad que le llevó, contra todas las evidencias, a difundir un anuncio en el que aseguraba que salimos más fuertes. Un hombre de izquierda decía estos días que no se pueden contener más mentiras en tan pocas palabras: con 43.000 muertos, somos más débiles. Al menos, el Estado es más débil, porque hay un Gobierno que se empeña en pactar con independentistas catalanes y vascos.

Es más débil el Congreso, que ha estado sin actividad mucho tiempo. Es más débil el Gobierno, que ha estado y sigue estando dividido, a merced de la voluntad de poder de Iglesias. Es más débil la economía, que tendrá que aumentar el déficit y la deuda y que no tiene en marcha ningún plan efectivo de salida de la crisis. Es más débil la oposición, que no ha puesto una alternativa sobre la mesa. Es más débil la confianza en las instituciones, después de que Marlaska, obsesionado porque lo está Sánchez con la investigación de la juez Carmen Rodríguez Medel, ha dado ya cuatro versiones sobre la destitución de Pérez de los Cobos.

Un país con 43.000 muertos, que está pendiente de las mentiras de un Ministerio del Interior, es un país debilitado. A Sánchez le obsesiona la investigación del 8 de marzo. Podría haber desactivado la crisis hace mucho tiempo reconociendo que se equivocó, pero Sánchez parece que no sabe conjugar ese verbo. Y el no querer conjugar el verbo equivocar -se en reflexiva le lleva a la obsesión y a gestos de soberbia, como el que hoy hemos visto en el Congreso.

Podríamos decir "Viva el 8 de marzo" si fuera una manifestación transversal a favor de la igualdad de las mujeres. Se hace difícil cuando está ideologizada. Podríamos decir "Viva el 8 de marzo" si no hubiera sido una manifestación imprudente. Sánchez se estrangula en su propia soberbia política al revindicar su error. La oposición haría bien en no dedicar tanto tiempo al 8 de marzo y reclamar un plan sanitario para la posible vuelta del virus y un plan económico que no tenemos.

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