Ahorrar: misión imposible para las nuevas generaciones. ¿Qué hacer frente a esto?
En menos de dos décadas, un cabeza de familia de 35 años ha pasado de tener un patrimonio cercano a los 100.000 euros a sólo unos 20.000
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Las nuevas generaciones tienen menos capacidad de ahorro que las que les precedieron y, por tanto, acumulan menos riqueza. De hecho, a los 30 años la capacidad de acumular patrimonio es prácticamente nula, según un informe del Banco de España. Otro dato que ilustra esta situación es que el 26,5% de los españoles de entre 30 y 34 años aún vive con sus padres, y la mayoría, un 66%, señala precisamente a la falta de ingresos.
Es cierto que si los mayores tienen un nivel de riqueza superior es porque se vieron beneficiados por el ciclo inmobiliario, pero también es cierto que en pocos años, desde 2008, un cabeza de familia de 35 años ha pasado de tener un patrimonio cercano a los 100.000 euros a sólo unos 20.000.
Las secuelas de la burbuja inmobiliaria siguen causando estragos en las nuevas generaciones, pero hay otros factores a tener en cuenta. El economista Fernando Trías de Bes añade una causa directa a esta reducción del patrimonio que tiene que ver con un cambio social, cada vez vivimos más y heredamos más tarde: “La esperanza de vida aumenta y se recibe el patrimonio familiar de manera más tardía”.
El economista incide también en la cultura patrimonial de España, a diferencia de otros países: “En los países nórdicos hay una cultura del alquiler, y los patrimonios de las personas jóvenes pueden ser similares”, aunque puntualiza que en ese caso no hay un problema de empleo o económico, sino que se trata de una cuestión de preferencias. De igual modo, insiste en que, en el caso de los jóvenes españoles, la falta de patrimonio supone un impedimento para su desarrollo: “El problema de la falta de patrimonio es lo que te impide construir, como un proyecto profesional o familiar”.
Tampoco se debe obviar, más allá de lo económico, el cambio en las expectativas vitales. Entre ellas, está un mayor desapego de los más jóvenes con el concepto de propiedad, una corriente conocida como la “cultura de las no-cosas”: “Ya no se aspira a una libertad política, ha evolucionado hacia una libertad vital, y esto proviene de la sociedad líquida, que rechaza los vínculos con las personas, las empresas…”. Esto también afecta a la intención de compra de la vivienda: “Frente a una forma de vida tan líquida, una hipoteca es un grillete”.
Por tanto, Trías de Bes concluye que no hay una única razón para la realidad de los jóvenes respecto al patrimonio: “Hay una parte económica pero hay otra absolutamente social, una cosa retroalimenta a la otra”.