Un colegio de Argelita reabre después de 47 años gracias a los refugiados
Tres de las once niñas de este colegio son las hijas de Mohammed, refugiado que ha contado su historia a Cadena Cope
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El colegio de Argelita, en Castellón, ha vuelto a escuchar las risas y los juegos de los niños en el colegio después de 47 años en los que el centro permaneció cerrado. La llegada de familias de refugiados procedentes de Colombia, Albania y Siria ha permitido que se llegue al número necesario para reabrir el colegio.
Uno de estos 11 niños es el hijo de Mohammed, un hombre Sirio que junto a su mujer y sus hijas se marchó de Siria en el año 2012 debido a la guerra y se instaló en Irak. Después de un año y ocho meses con la entrada del ISIS se marchan a Turquía y están en un campo de refugiados en Grecia durante más de un año. Allí se informó sobre los programas de acogida de refugiados de España y decide aprender español. Finalmente termina entrando en la península y tras estar en varias ciudades como Madrid, se acaba asentando en Argelita, pueblo de Castellón.
La Cadena Cope ha podido hablar con el protagonista de esta conmovedora historia y Mohammed ha contado que una familia madrileña y el Gobierno le ayudaron a asentarse en España.
Respecto a su travesía, Mohammed ha asegurado que su momento más duro fue cuando "pasaron de la frontera de Irak a Turquía andando por las montañas" y cuando fueron de Turquía a Grecia en una patera.
El actual residente de Argelita, cuenta que tuvo que pasar de ser decorador a vivir como refugiado debido a la guerra, pero luchó por poder darles un futuro a sus hijos y ahora él tiene trabajo y sus hijos están escolarizados en un colegio que estuvo cerrado 47 años.
Sobre su llegada a Argelita, Mohammed comenta que fue posible gracias a un programa de repoblación para abrir el colegio y decidió irse ya que tendría un trabajo y sus hijas podrían escolarizarse.
En este colegio, imparte clase la profesora Eva García, que cuenta que la hija de Mohammed se comporta "súper bien" y que, al ser pocos alumnos son como una familia. Además, destaca las ganas de aprender y la felicidad de los niños que, por fin, pueden tener un colegio en el propio pueblo en el que viven. La profesora cuenta que los vecinos del pueblo han reaccionado muy bien a la reapertura del colegio y dicen que "ahora hay vida en el pueblo". "Hay una diversidad enriquecedora y conviven estupendamente", asegura Eva.