La desaparición de las tiendas de barrio asolan la España vaciada: "Solo viven de lo que les vendo"
La situación de Almudena y Mónica, que llevan las únicas tiendas en los pueblos de Guarrate, en Zamora y Alicún, en Alicante, respectivamente
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Son muchos los dramas que sufren en silencio los habitantes de la España vaciada. Además del cierre de colegios o los bares, también lamentan la clausura de otros lugares básicos para la propia existencia, como las tiendas de barrio. En sitios donde no hay supermercados, estos locales surten a todos los vecinos de alimentos y demás útiles para su vida diaria.
El escritor y columnista, Daniel Gascón, comenta en la tarde un trabajo de la profesora de sociología Guadalupe Ramos, sobre los desiertos alimentarios, los municipios que carecen de algún negocio que les surta de lo imprescindible. "Es un fenómeno asociado a bajas densidades de población o a la despoblación", detalla.
"Es imprescindible que siga"
En estas localidades, normalmente repleta de gente mayor, no pueden coger el coche o no tienen a nadie que les lleve a otras grandes superficies. Es el caso de Guarrate, un pueblo de Zamora de 330 habitantes al que Almudena llegó con su familia hace 11 años.
Hace apenas una semana, comenzó la cuenta atrás para echar la persiana al 'Badulaque'. De un día para otro se ha visto en la tesitura de no poder volver a abrir en el mismo local. "Sería un desastre total porque es la única tienda que había", denuncia Benita, vecina del municipio. Cuenta que, cuando Almudena llegó, solo había dos tiendas, una de ellas acabó por cerrar y el Badulaque es la única que continuó.
"Es imprescindible que siga. Nos sentimos en la necesidad de apoyarla y si tiene que abrirla en otra ubicación, que agilicen los trámites", denuncia.
El único minisupermercado del pueblo
Guarrate no es el único lugar en lo que se da esta situación. Alicún, en Almería, es una localidad de 200 habitantes. En el mes de enero, la única tienda que había cerró. Fue a finales de mayo que Mónica decidiera abrir 'La Nueva'.
El nombre se debe a un juego de palabras entre el nombre de la calle, la calle Nueva, y que a ella se la conoce como la nueva del pueblo. La decisión la tomaron de forma "acelerada" porque los vecinos "se quedaban sin nada".
El marido de Mónica es natural de Alicún y conoce a la gente de ahí. "Fue una aventura. Llevamos cinco meses nada más", reconocía Mónica. Aunque en los veranos suele haber más gente que en invierno, dice que "el pueblo se ha volcado", ya que la mayoría se acercan a comprar a su tienda.
En su local vende de todo, es como un "minisupermercado": desde alimentos frescos hasta productos de bazar. Trae la fruta y la verdura a diario y maneja solo "dos o tres marcas", pero no le falta de nada
Imposible competir con los grandes supermercados
Uno de los problemas que tienen estas tiendas de barrio es que sus precios no pueden competir con los de las grandes superficies. Como reconoce Mónica, "incluso las marcas blancas son más caras". Esto se debe a que el volumen de compra es infinitamente más pequeño.
Sin embargo, los vecinos son conscientes de que los precios son más elevados, no porque quieran, sino porque a ella misma les resultan más caros.
Personas como Mónica o Almudena, de alguna manera, están haciendo un servicio público, porque sin ellas sería imposible habitar en estos municipios.