La foto: "La chica está desdibujada, sin foco. El foco está en sus manos"
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La foto de hoy va de rubíes, bueno en realidad es la foto de un solo rubí. La he visto y he pensando: yo no necesito una piedra así. Lo he dicho muy rápido. De fondo, el rostro de una joven china, con la nariz larga y los labios pintados. La chica está desdibujada, sin foco. El foco está en sus manos. Unas manos enfundadas en unos guantes blancos de tela sobre los que cae un torrente de luz. La joven sostiene el rubí con dos dedos. La piedra sería cuadrada si no tuviera las esquinas pulidas. En el centro fulge un rosa encendido como el estallido de una estrella. En los bordes toma el color de la sangre y en la transición el tono de una brasa, también hay destellos de púrpura. No necesito un rubí, me basta con mirar la magia de sus colores. La piedra parece una rosa de raso rojo. Han pagado mucho dinero por ella. Vale siete millones de días de trabajo de un sudanés, siete millones de días. Vuelvo a mirar la foto del rubí y la verdad es que el pedrolo es bonito, condenadamente bonito, tanto como un atardecer después de haber pescado pulpos entre islas. Como todas las cosas hermosas puedes mirarlo sin cansarte y te saca del aburrimiento, del tedio de los domingos por la tarde. Es fácil pensar que un rubí como el de la foto es un incendio que no se apaga, un fuego que quema una vida plana, una rosa en una pared blanca. Me gusta el rubí, me gustaría ver a menudo el rubí. Seguro que luego me acabaría cansando y volvería la búsqueda, la búsqueda de algo más fogoso que una piedra preciosa. Pero no estaría mal. De momento lo dejo en manos de la joven china.