La foto de Fernando de Haro: "Los camellos son burgueses aficionados al confort..."
La foto del día
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Foto antigua, con más de cien años. Foto de un desierto de piedra. El cielo con algunas nubes que parecen agua de acuarela. En la lontananza algunas ovejas que parecen piedras o piedras que parecen ovejas. El suelo árido, sembrado de piedras como puñales. Una mujer enlutada se protege del sol con un pañuelo oscuro. La anciana está de pie junto a un borrico, está de pie sin mendigar nada y mendigando todo. Un paje, un siervo del sudán, con una túnica de algodón, una túnica corta y ceñida, vierte agua de una calabaza con forma de cantimplora en un capitel sin columna y sin techo que sostener. El capitel de piedra labrada, adornada con una cenefa, está hueco y se ha convertido en un bebedero para las bestias. Un camello blanco y otro color canela se arriman al pesebre que fue pieza de palacio. El blanco estira el cuello pero no se atreve a agacharse. El camello canela, más atrevido, con orejillas inocentes y dentadura que parece postiza, sacia ya la sed. Los animales, tranquilos, encarnan la paciencia, son de los pocos que saben esperar a que llegue la hora de arrimarse a una fuente. Pero los jinetes que montan esas grupas ahora aliviadas saben bien de la furia de un camello. Cuando los sacas de Babilonia, cuando te pones en marcha porque has visto una estrella, cuando haces un camino largo y a la sed se añade, el frío, y la falta de pienso, entonces los camellos lanzan coces certeras que tumban a pajes y a magos. Cuando los camellos comprenden que no habrá descanso, que la inquietud, una inquietud sin fin, es la que guía la expediención, se rebelan y escupen, lanzan una saliva que hace arder los ojos. Los camellos son burgüeses aficionados al confort. No les gustan las aventuras.