La Foto: "No hay en el espacio de las dos miradas ningún vacío, ningún vértigo"
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La foto que me ha llamado la atención hoy es de una artista estadounidense. Una habitación cerrada, llena de humo, con una luz de lampara de techo que juega con la fumarada. Solo se ve una pared, una pared con muchas fotos. Fotos dentro de una foto. La más grande es un retrato de Malcom X con un dedo levantado que denuncia algo. Malcom X fue un negro musulmán que luchó por los derechos de sus hermanos. La mirada de Malcom X es dura. Es la mirada de quien quiere justicia aunque haya que pagar un precio muy caro por ella. Debajo de esa foto, una mesa de cocina con una botella de güisqui terciada, dos vasos, una fuente llena de cacahuetes sin pelar. Detrás de la botella una mujer negra con largos pendientes, dos racimos de uvas le cuelgan de las orejas. El escote generoso. Una mano con las uñas largas y pintadas sostiene cinco cartas. No las mira. La mirada de la mujer está clavada en su compañero de juego. Es él el quien fuma. Un joven también negro. Los brazos desnudos después de haberse remangado un jersey grueso. En la mano también cinco cartas, el cuatro de corazones y el cuatro de picas. Quizás tenga dobles parejas, un trío. El resto de las cartas no se ven, pero parece improbable el poquer. El chico le sostiene la mirada a la chica. La ojos de la mujer han visto de todo, no precisamente cosas bonitas. Por eso son firmes. No hay en el espacio de las dos miradas ningún vacío, ningún vértigo. La partida es un pretexto. El juego de la seducción un puente colgante. En la otra rivera mucho más que el placer. Malcom se queda solo en la pared, con su revolución por hacer. Y los amantes, brevemente satisfechos, ya buscan en los ojos del otro un abismo sin fondo.