Ilyas, el sonriente chico marroquí expulsado tres veces de Grecia que no se rendirá hasta llegar a Alemania

Aspira a estudiar cocina, electricidad o peluquería y tener “una vida tranquila y en paz” 

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Ilyas y sus compañeros se encuentran sentados en unas mantas en un campamento que decenas de refugiados han montado en la orilla de un afluente del río Evros, en la provincia  turca de Edirne, cuando Fernando de Haro, comunicador de ‘La Tarde’ de COPE, se dispone a entrevistarlo. Es originario de Tánger, en Marruecos, y lleva cuatro meses en Turquía, con la intención de entrar en la Unión Europea. 

Los colegas de Ilyas también son marroquíes, salvo uno que es argelino. Llevan prácticamente una semana durmiendo al raso en Edirne. Cuenta que se alimentan gracias a la solidaridad de la gente de la zona.

Él quiere emigrar a Alemania, donde le gustaría estudiar cocina para ser chef, aunque no se cierra a hacer un curso de electricidad o peluquería. Habla español sin mucha dificultad a pesar de haber aprendido el idioma de forma autodidacta. Y confiesa que quiere estudiar “muchos idiomas más”.

De Haro se extraña por lo sonriente que se encuentra Ilyas a pesar de sus difíciles circunstancias. “¡¿Cómo se puede uno reír aquí con esta situación?!”, exclama el comunicador de ‘La Tarde’. El chico marroquí asevera que interiormente está “muy mal”, pero que “hace falta sonreír a los demás”. 

“Esperamos que la Unión Europea abra la puerta”

Ilyas cuenta que ha entrado ya tres veces en Grecia. No obstante, siempre ha sido devuelto a Turquía y, además, le han confiscado el teléfono móvil, el dinero, la ropa, la mochila y todo lo que llevaba encima. En cada ocasión se ha visto obligado a regresar a Estambul para trabajar y ganar dinero para volverlo a intentar. Uno de sus amigos muestra ante la cámara de COPE un moratón en la pierna, que asegura que le fue infligido por las autoridades griegas al intentar cruzar la frontera.

Interrogado por sus planes, Ilyas lo tiene claro: “Esperamos que la Unión Europea abra la puerta”. De Haro le responde que “no la van a abrir”, algo con lo que no está de acuerdo el migrante, que asegura que tanto él como sus compañeros se quedarán allí hasta conseguir entrar en Grecia. Ilyas solo aspira a “una vida relajada, tranquila y en paz”.

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