En 'La Tarde'
"Intentamos remediar el desconocimiento sobre este gran pintor, Fortuny"
El Museo del Prado dedica dos grandes salas a Mariano Fortuny y Marsal (1838-74), una exposición antológica con los generosos legados de Ramón de Errazu y de Mariano Fortuny y Madrazo, hijo del pintor, y compras realizadas por el propio Museo.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Entramos en el Museo del Prado con Ángel Expósito para recorrer junto a Javier Barón la exposición "Fortuny (1838-1874)"
Javier Barón es el jefe de Conservación de pintura del siglo XIX del Prado y el comisario de la exposición dedicada a Fortuny, un gran desconocido, "con esta exposición intentamos remediar esto y poner al alcance de todo el mundo una exposición en el que están todas las facetas de Fortuny".
Como Jefe de Conservación de pintura del siglo XIX de la gran pinacoteca española, Barón es responsable de 2.600 obras, muchas del propio Fortuny; esta exposición demuestra que el artista no tiene nada que desmerecer con los representantes del Modernismo francés, "las colecciones del Prado, la importancia de la pintura española del Siglo de Oro y de Goya, resulta un término de comparación que muy pocas escuelas o periodos pueden aguantar y por otro lado, la óptica de las vanguardias que sucedió precisamente a este periodo, al siglo XIX, arrojaba una mirada un poco despreciativa, pero una vez trascurrido el tiempo suficiente, se ve que son artistas de una gran calidad y de un gran interés" afirma Javier Barón.
Fortuny que se casó con Cecilia de Madrazo, hija de Federico de Madrazo, "el pintor con mayor influencia de la generación anterior y de la mejor calidad de los artistas españoles y es capaz de ver la calidad de sus discípulos y comprende la genialidad de Fortuny y la proyección que va a tener en los años siguientes" cuenta Barón.
¿Cómo conseguían los artistas del siglo XIX, ese tono, ese realismo en la piel, sobre todo de las mujeres? "Fortuny está capacitado por su habilidad como pintor para conseguir esos brillos, esos efectos de la piel, de las texturas y de las calidades materiales de cuanto ve y realza esa calidad luminosa de la piel con toda una envoltura de distintos textiles, de distintos paños que enmarca esa luminosidad extraordinaria", explica Javier Barón sobre los efectos de la pintura de Mariano Fortuny.
Un pintor que tiene una etapa fundamental en Marruecos, "se va a Marruecos por encargo de la Diputación de Barcelona que quiere que refleje las gestas de los voluntarios catalanes que participan en la Guerra Hispanomarroquí, pero al mismo tiempo descubre un nuevo territorio para su pintura y se transforma su modo de ver. Los espacios despojados de África le ponen en contacto con una desnudez, geometriza las composiciones al ver los poblados árabes y hay una luz y un colorido mucho más brillante, mucho más claro y al mismo tiempo, él se siente a sus anchas entre los africanos por su modo de vivir la vida de un modo libre".
¿Hay causa efecto entre lo que Fortuny descubre en África y su evolución de la acuarela? "Desde luego, como pasó en otros artistas como Delacroix o Mattise,el contacto con esa luz tan intensa del norte de África le hace ver que la acuarela es un medio idóneo para mostrar con total claridad esa luz, había utilizado antes la acuarela, pero no con esa luz, no tan brillante".
¿Los grabados, de dónde aprende a hacerlos? "Es una faceta muy personal de Fortuny, un cauce expresivo que él parte de Rembrandt, De Ribera y de Goya, que es el que más le influye y ese cauce personal que era para Goya los grabados también lo son para Fortuny" y otra de las grandes facetas del pintor reusense son las copias, "es curioso, cuando llega a Roma se encuentra con los grandes maestros, con Rafael, los venecianos y el 'Papa Inocencio X" de Velázquez a la que considera la mejor pintura y comienza a copiar en un momento que aún es de formación con 22-23 años, cuando viene al Prado ya tiene 28 años y quiere medirse con los grandes maestros haciendo trasposición de sus obras a la acuarela".
Un gran pintor y un gran coleccionista, "tenía todo un atelier en su estudio, coleccionaba armas, pero después paso a coleccionar tapices, cristales, lámparas, cerámica y arte hispano musulmán", que tuvo una vida muy corta, moría con 36 años por una malaria perniciosa "por la acumulación de agua en los jardines próximos a su estudio a la vuelta de una estancia en Roma, un final muy abrupto" lamenta el comisario de la exposición Javier Barón.