Los afectados del amianto celebran el fondo público con el dolor de la enfermedad: "Vivimos con una condena"

Más de una década después del inicio de la lucha de las victimas por este material, el Gobierno crea un fondo público para solventar los problemas que sufren estos afectados

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Uno de los afectados por el amianto sobre el nuevo fondo público: “Ninguna ley va a resolver los problemas”

Redacción La Tarde

Publicado el - Actualizado

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El amianto es un material usado de forma habitual en la construcción entre los años 60 y 80 y que, a pesar de estar prohibido desde 2002, todavía podemos encontrarlo en fachadas, tuberías, conductos de aire acondicionado, chimeneas, metro o incluso en barcos. Su rastro ha dejado más de 7.000 muertos en nuestro país. Y es que al manipularlo desprende unas fibras que pueden permanecer 20, 30 o incluso 40 años en las vías respiratorias y provocar, en el peor de los casos, cáncer de pulmón. De ahí que se le conozca como el “asesino silencioso”.

En España, se calcula que todavía quedan 2 millones de toneladas por retirar y, mientras tanto, miles de trabajadores que estuvieron de alguna forma expuestos a él sin saberlo pagan las consecuencias. Unas consecuencias que parece que por fin, tras muchos años de lucha, van a ser recompensadas. Y es que el Senado ha aprobado por unanimidad la proposición de ley que facilitará el proceso de indemnización para las víctimas sin necesidad de juicio y sin tener en cuenta si la empresa en la que sufrieron la exposición a este material ha cerrado.

Hoy, en 'La Tarde' hemos hablado con los que han vivido todo esto en primera persona, como el presidente de APENA, Ricardo Torregrosa y el portavoz de la Asociación de Víctimas del Amianto en Euskadi, Jesús Uzkudun.

Los primeros días

Ricardo comenzó con disnea, que es una dificultad respiratoria, con tan solo 60 años. Acudió al protocolo del amianto y a partir de ahí le han catalogado diferentes patologías, como asbestosis, engrosamiento, atelactasis redonda y sospecha de mesotelioma. Actualmente se encuentra con una insuficiencia respiratoria y necesita una bombona de oxígeno para poder respirar mejor. “No necesito siempre la ayuda de la bombona de oxígeno, solo cuando hay tormentas o una dana, donde la presión suba”, afirma Ricardo.

Jesús, uno de los impulsores de este fondo, era consciente de su exposición del amianto: “Desde al año 80 supe de mi exposición al amianto. Me encontraba bien, hasta que me hacen un análisis y me preguntan si tengo dificultades a la hora de respirar. Claro, cuando veo que sí, pues ya veo que es por culpa de esto. Por ello, se me hace vigilancia cada 6 meses, aunque de momento no estoy como Ricardo ni necesito bombona de oxígeno. Vivimos con la condena de muerte”.

Celebran la creación del fondo, a pesar de la enfermedad

“Ninguna ley va a resolver los problemas”. Así resumía Jesús Uzkudun la creación de este fondo público para ayudar a los afectados por el amianto. Una ley que, según Jesús, “ayudará a aquellas personas que comiencen a sufrir duramente las consecuencias de la enfermedad”. No obstante, tanto Jesús como Ricardo Torregrosa celebran este cumplimiento. “Lo mínimo que se tiene que conseguir es que las personas que se han visto afectadas por esto puedan tener una reparación del daño”.

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