Los albergues, esenciales para las personas sin hogar en invierno: "La gente con trabajo acaba en la calle"

Fernando de Haro visita el albergue San Juan de Dios, en Madrid, para conocer la situación de los que viven actualmente allí

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Los albergues, esenciales para las personas sin hogar en invierno: "La gente con trabajo acaba en la calle"

Redacción La Tarde

Publicado el - Actualizado

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Con la llegada del frío, los albergues se vuelven indispensables para las personas sin hogar. Según la última encuesta al respecto publicada por el INE, en la última década ha aumentado cerca de un 25% las personas sin hogar que viven en estos centros, unas 29.000 en 2022 en toda España. Por esta razón, Fernando de Haro se ha acercado hasta el albergue San Juan de Dios de Madrid para conocer la situación de los que allí viven.

Omar, de 20 años, lleva 1 año y 2 meses en el centro. Viene de San Sebastián, donde estuvo viviendo en la calle. "No tenía sitio donde dormir, estuve un mes en la calle hasta que encontré un sitio donde dormir", cuenta el joven que proviene de Malí.

Omar le hace de guía a Fernando de Haro y le ha enseñado todos los rincones del albergue, mientras le ha ido narrando su experiencia en la calle. El joven le ha confesado al copresentador de 'La Tarde' que no estaba del todo mal en la calle, aunque estaba solo y pasaba algo de frío, pero al menos podía abrigarse con una manta eléctrica. Reconoce que, de todas formas, ahora está mucho mejor en el centro.

Más de 130 personas sin hogar conviven en este albergue de la Orden de San Juan de Dios. "Si no haces algo malo, puedes estar aquí hasta 2 o 3 años", comenta Omar. Con "algo malo" se refiere a vender droga, robar, o buscar pelea, cosas que el joven admite que ocurren.

Omar comparte cuarto con otras 2 personas. Se acaba de mudar a esta habitación y dice que la convivencia es buena. Aparte de estudiar y aprender castellano, el joven está totalmente integrado en la vida del centro, ya que es colaborador y forma parte del programa del albergue: ayuda a repartir la comida, o en hacer la limpieza. Su día acaba muy tarde porque habla con su familia que está en Malí.

Hace 7 años, en 2015 Omar se fue de casa, y pasó por Italia y Francia antes de llegar a España. Ha confesado a Fernando de Haro que pagó 200 euros a una mafia para poder cruzar el Mediterráneo desde Libia a Italia. "Cuando llegué, yo hacía cosas malas, pero no tenía oportunidades, por eso dormía en la calle", recuerda el joven.

Cualquiera puede acabar en la calle

Durante la visita al albergue, Fernando y Omar se encuentran con Miguel Ángel, director técnico del albergue. "Tenemos gente de todas las clases, immigrantes como Omar", explica Miguel Ángel, "y luego hay también otro grupo que llamamos trabajadores pobres", gente que aunque tiene trabajo no tiene dinero ni posibilidades para subsistir por su cuenta. "La gente con trabajo acaba en la calle", afirma el director. Los sueldos y las condiciones de trabajo precarias, o el precio de la vivienda, sobre todo en grandes ciudades como Madrid, tienen la culpa de ello. En el albergue hay 30 personas que tienen empleo, según cuenta Miguel Ángel.

"En principio, la gente puede venir de motu propio", comenta el director técnico del centro, que indica que tienen ahora una lista de espera de más de 400 personas.

Juan es educador social del albergue y destaca que está cambiando mucho el perfil de la persona sin hogar. "Desde hace un año o año y pico, está viniendo cada vez más gente más joven". Antes las personas que acudían a este tipo de centros, recuerda el educador social, solían ser personas más mayores, al borde de la jubilación o ya jubiladas. La mayoría ahora son migrantes, principalmente población magrebí. Para mejorar la convivencia de dichos jóvenes, el albergue tiene un programa de pisos tutelados, una oportunidad donde pueden relacionarse con otros jóvenes.

"Son circunstancias vitales muy complejas, haber sido victima de violencia de cualquier tipo, los motivos son muy diferentes", comenta Pablo, psicólogo de Omar, sobre lo que lleva a alguien a terminar viviendo en la calle. Considera, además que no existen suficientes recursos para evitar que esas personas acaben en esas condiciones. "Creo que si yo hubiera vivido su vida hubiera acabado seguramente en el mismo lugar. Cualquiera puede acabar en la calle".

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