"El nivel de violencia que alcanzan las maras no lo llegamos a comprender en España"

Ocurrió a plena luz del día el pasado 16 de agosto. Pasaban poco minutos de las ocho de la manaña en el Hospital Roosevelt de Ciudad de Guatemala, el más grande del país. Hacía pocos minutos que había ingresado un tal Anderson Daniel Cabrera, de 29 años, miembro de la Mara Salvatrucha, para una revisión médica. Se le atribuyen veinte asesinatos y había sido trasladado desde la cárcel. 

Al poco de llegar al centro, dos comandos de 'Salvatruchas' irrumpieron en el hospital disparando a todo el que se cruzaba en su camino para llevarse a su compañero preso, cuando comenzó la balasera. 

En su camino dejaron siete muertos: dos niños, dos trabajadores, dos trabajadores del sistema penitenciario y alguien que pasaba por allí. La policía actuó rápido y consiguió detener a uno de los comandos, entre ellos al que supuestamente había organizado el ataque. Tenía 17 años. A otros de los mareros lo localizaron escondido en un falso techo. El otro grupo de Salvatruchas consiguió escapar llevándose al marero al que fueron a rescatar. 

En el programa especial que está realizando 'La Tarde' de Ángel Expósito desde Guatemala, el experto en seguridad y en crimen organizado, y miembro y fundador de la Asociación Diálogos de Guatemala, Daniel Haering, ha explicado que "el nivel de violencia que alcanzan las maras es algo que en un lugar como España no llegamos a comprender". Eso se debe a que "no entendemos el ambiente sociológico donde se produce este fenómeno".

Haering, español afincado en Guatemala, relata que en la organización de las maras "hay clicas, (franquicias de las distintas maras)", en los barrios, y que el origen de las maras es que "al tener una vida tan en los suburbios marginales de la sociedad en todos los sentidos, al final constituyen una especie de grupo donde la violencia se vuelve el órgano rector de las relaciones sociales". Además, la violencia "se vuelve una forma tanto de proteger su vida como de ganar estatus" dentro de la mara. 

"Los mareros tienden a ser muy jóvenes, 25 años. Es un fenómeno que donde está, en suburbios cerrados y mal diseñados de las ciudades, se dedican a rascar de la miseria lo que pueden", cuenta el experto en crimen organizado.

La dificultad para combatir a las maras parte, a juicio de Haering, de que en Guatemala existen "unos aparatos de seguridad que son muiy débiles", ya que es un "Estado que tienen muy baja institucionalidad, baja profesionalización". "El Estado más pequeño del mundo en proporción con el PIB", asegura este experto, quien apunta que Guatemala es un país "capturado por las mafias". 

"En 2015 se desmonta un grupo de crimen organizado que estaba en la Presidencia y en el Consejo de Ministros, que se dedicaba a saquear las arcas", recuerda Haering. Y "la reacción de las Fuerzas de Seguridad es actuar mano dura, gatillo fácil, matar al marero para eliminar su problema y no entrar dentro de procesos judiciales". "Hemos tenido fuerzas dentro de los Cuerpos de Seguridad de limpieza social".  

"Si no se cura la pronfunda debilidad institucional, si no se cura el estado de las mafias que están saqueando y debilitándolo y ninguneándolo en una especie de piñata golpeándolo una y otra vez, no vas a tener unas condiciones de políticas de desarrollo que puedan abordar los problemas como las maras", desarrolla Haering, para quien el descenso en las cifras de homicidios en los "ultimos seis o siete años" es que los expertos "no sabemos porqué". 

Considera que una de las causas es que "ha habido muchísma migración a Estados Unidos de hombres jóvenes", que son los que forman las maras, pero ahora está la "preocupación" de "si se corta el flujo de emigrantes hacia Estados Unidos". 

"¿Qué puede pasar con una sociedad que tiene pocas opurtinidades económicas y que no tiene esa válvula de escape que ha sido la emigración?", termina cuestionándose Haering.