El pueblo de Granada que vivió su 'Sociedad de la Nieve': la olvidada historia que ocurrió en 1960

Un avión procedente de Nápoles desapareció hace más de 60 años en Sierra Nevada. Algunos de los vecinos nos cuentan en 'La Tarde' cómo vivieron aquel día

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El pueblo de Granada que vivió su 'Sociedad de la Nieve': la historia que ocurrió antes de Los Andes

Nora González Godoy González Godoy

Publicado el - Actualizado

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En un mediodía desapacible del 8 de marzo de 1960, el cielo encapotado sobre la Sierra de Granada amenazaba con nieve mientras los habitantes de Jérez del Marquesado continuaban con sus labores diarias en el campo, el ganado y la mina. De repente, la tranquilidad del pueblo se vio perturbada por el inesperado vuelo rasante de un avión que desapareció entre las montañas, seguido por un estruendo atronador.

Poco después, bengalas provenientes del área del Picón pintaron el cielo, confirmando los temores de que el avión se había estrellado en la Sierra. Dos tripulantes del aparato, hablando en inglés pero haciendo entender su urgencia, descendieron hacia el pueblo en busca de ayuda.

Esa misma noche, en medio de una ventisca y con temperaturas heladas, un grupo de valientes jóvenes de Jérez del Marquesado se aventuraron hacia el Picón para rescatar a los supervivientes. Lo que no sabían entonces era que estaban a punto de escribir un capítulo heroico en la historia de su pueblo.

Avion

El avión, como cantan aún las vecinas de Jérez, era norteamericano y transportaba a 24 soldados desde Nápoles hacia la base de Rota. Atrapados por la tormenta, el piloto intentó aterrizar en el Picón, en la cara norte de Sierra Nevada. Milagrosamente, todos sobrevivieron gracias al manto de nieve que amortiguó el impacto, aunque el avión perdió una ala y un motor en el proceso.

Los vecinos que salvaron a los americanos

Los primeros en asistir a los heridos fueron los vecinos, antes incluso que el ejército. Antonio Lorente, entonces un adolescente de casi 18 años, fue uno de los jóvenes que llegaron primero a la escena. "Había un panorama muy desagradable, nosotros llegamos agotados porque había mucha nieve y mucha lluvia", recuerda. "Nos entendíamos por señas, de otra manera era imposible".

A pesar de las dificultades, lograron rescatarlos y pasaron la noche dentro del avión, que casi quedó sepultado bajo la nieve. Todos los soldados americanos sobrevivieron, aunque uno resultó gravemente herido en la espalda.

Antonio le ha dado poca importancia a este capítulo de su vida. Tanto es así, que sus hijos se enteron cuando TVE en “Informe Semanal” les hizo un reportaje. Él, en cambio, solo destaca la trascendencia de una frase que dijo aquel día: “Vamos a organizarnos para bajar a la gente y salir de aquí, porque como el avión se tape con la nieve, no nos encuentran hasta la primavera”. Y vaya que lo hicieron.

vecinos

Bernarda, quien era una niña de ocho años en aquel entonces, recuerda vívidamente el día del accidente. "Estábamos jugando mi hermana y yo en la calle cuando escuchamos aquel estruendo que nos asustó y nos hizo meternos dentro de la casa", relata. "Vimos que aparecían dos personas muy tapadas por el fondo del carril y gritamos a nuestra madre que venían dos mantequeros", ríe divertida mientras aclara que esta figura podría asemejarse a lo que en otras zonas de España es "El hombre del saco".

Sus padres salieron a la calle y consiguieron que los soldados entraran en la casa "porque allí dentro estábamos muy calentitos". Como no podían comunicarse, especialmente porque era la primera vez que la familia escuchaba hablar en otro idioma, encontraron una solución: "Nuestra madre nos enseñaba a leer y teníamos un pizarrín. Fue en este donde los dos americanos consiguieron transmitirnos lo que les había ocurrido, a través de dibujos, claro".

Un museo para recordar el accidente

Ahora, el alcalde actual de Jérez del Marquesado, José Ángel Pereda Hernández, nacido siete años después del accidente, ha vivido las consecuencias de este evento histórico. Gracias a la donación de la chatarra del avión, el pueblo pudo obtener fondos para tener agua potable. Además, explica que "en agradecimiento, los americanos nos mandaron leche en polvo y todos los días, a los niños, nos daban un vaso de leche en el colegio". Pereda señala la importancia de preservar la memoria de aquellos que arriesgaron sus vidas para salvar a otros: "En Jerez siempre se ha vivido esta situación con demasiada humildad y generosidad, y fue un hecho heroico. Queremos ponerlo en valor. Todavía hay alguna parte del avión que se guarda con cariño. Hay vecinos que conservan piezas en sus puertas y ventanas”.

El pueblo busca honrar el legado de aquellos valientes con la creación de un museo que cuente esta historia para las generaciones futuras, asegurando que el sacrificio y la generosidad de sus vecinos nunca sean olvidados.

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