¿Qué son las islas de calor urbanas? Pilar Cisneros comprueba por qué se crean y sus efectos en las ciudades
La codirectora de La Tarde se ha desplazado hasta la Puerta de Sol de Madrid para conocer de la mano de una arquitecta cómo deben adaptarse las ciudades para combatir este fenómeno
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Nuestras ciudades están llenas de plazas rodeadas de edificios y sin apenas árboles. Explanadas de cemento y hormigón en las que no se ve nada de verde. Cada vez más frecuentes en nuestro país, la sensación que uno tiene en muchas de estas plazas es de agobio y sopor a pleno sol, sobre todo ahora que empieza a apretar el calor. Imagínate atravesar una de estas plazas en mitad del verano a 40 grados.
Pilar Cisneros ha querido comprobar de primera mano cómo es caminar por uno de estos espacios sin un solo árbol que dé sombra. Por eso se ha ido hasta la madrileña Puerta del Sol, que ha sufrido una reciente remodelación en la que se ha optado por prescindir de cualquier tipo de vegetación. Algo con lo que no está de acuerdo la mayoría de la gente, ya que cruzar este punto tan céntrico de la capital será realmente asfixiante cuando lleguen las altas temperaturas. A esto se le une que prácticamente no hay sitios donde sentarse ni una marquesina o alguna estructura similar que dé algo de sombra.
Espacios como este de la Puerta del Sol en Madrid son los que contribuyen en cierta medida a que se generen islas de calor urbanas. Se trata de un fenómeno por el cual suben las temperaturas del núcleo de las ciudades en comparación con la periferia y las áreas rurales más cercanas, y sobre todo se ve reflejado en las temperaturas mínimas, al contrario de lo que se podría pensar, como explica Teresa Cuerdo Vilches, arquitecta e investigadora del CSIC.
“Se da básicamente de noche, que es cuando bajan las temperaturas del ambiente exterior. El suelo está más caliente que el ambiente, y entonces sale ese calor y se emite con retardo, es decir, lo recoge durante el día y lo emite por la noche”, detalla la arquitecta.
¿En qué ciudades de España hay más islas de calor?
Un estudio publicado por el Instituto Carlos III de Madrid en colaboración con científicos del CSIC, entre ellos Teresa Cuerdo, ha determinado cuáles son las ciudades españolas que pueden sufrir este fenómeno de manera más acusada y también los peligros que esto conlleva. Han registrado datos tanto de ciudades de interior, como Madrid o Murcia, como de ciudades costeras, como Barcelona o Valencia. Y precisamente han concluido que este fenómeno de las islas de calor es mucho más perjudicial en estas ciudades de la costa. “Como la oscilación térmica en estas ciudades es más baja debido a la situación cercana al mar, no afecta claramente a la salud en las temperaturas diurnas, pero sí lo hace en esa alteración en las temperaturas nocturnas”, precisa la investigadora. En cambio, en las ciudades de interior no se asocia tanto a problemas de salud, como el golpe de calor, sino más bien a una situación de bienestar.
Está comprobado que las hospitalizaciones han crecido a causa de estas islas de calor, especialmente en los últimos años en los que estamos presenciando cada vez más los efectos del cambio climático. Puede haber hasta 10 grados de diferencia, por ejemplo en el caso de Valencia, entre esas islas de calor urbanas y la periferia de la ciudad.
El futuro de las ciudades pasa por ser más verdes
La elección de los materiales de construcción de edificios, mobiliario urbano y demás, o la inclusión de zonas verdes o fuentes, influyen en gran medida en que se creen estas islas de calor, pero no son el único causante, como indica Teresa Cuerdo.“No podemos olvidar que la actividad humana es una gran razón de la isla de calor urbana”. El consumo de combustibles fósiles y el tráfico rodado también tienen parte de culpa.
Ante unos veranos cada vez más calurosos y largos y unas temperaturas más extremas, indudablemente las ciudades tendrán que intentar adaptarse, ya que en un futuro próximo nos irá la vida en ello. En cuanto a cómo deberían irse construyendo las urbes de cara al futuro, la arquitecta tiene claro que se debe ir hacia el camino de reverdecer y llenar de estructuras verdes las calles y plazas. También apunta que deberíamos ser “eficientes y eficaces en el uso del agua” y llevar a cabo “políticas basadas en estudios locales”. Precisamente el estudio del Instituto Carlos III y el CSIC ha puesto de relieve la importancia de la casuística de cada lugar y del entorno que lo rodea.
Por supuesto, no es una cuestión meramente de confort y bienestar, está en juego también nuestra salud e incluso supervivencia en un futuro. Con lo cual tomar medidas desde ya y aumentar las zonas verdes en las grandes ciudades nos ayudará a combatir estas islas de calor urbanas y sus consecuencias.