El verdadero motivo que ha unido a 80 reclusos de toda España: "Que no nos miren con vergüenza"

En 'La Tarde' hemos podido conocer algunas de sus historias y hablamos con los voluntarios que les han acompañado para conocer la experiencia de estos 80 reclusos

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El verdadero motivo que ha unido a 80 reclusos de toda España: "Que no nos miren con vergüenza"

Pablo Garrido

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El Camino de Santiago tiene un efecto transformador para quien lo hace, ya sea por motivos culturales, deportivos o religiosos. La gran mayoría de los peregrinos confiesa que vuelven distintos a cómo partieron y eso, bien lo sabe Aroa, que no es una peregrina cualquiera. Es una interna de la prisión. Han sido días en los que ha sentido el frescor del amanecer en su cara, la libertad que da el camino, su mirada tenía horizonte y ha experimentado la falta de horarios.

Durante esas jornadas, Aroa ha compartido techo, alimento y anhelos. También experiencias de vida con otros 80 reclusos, y con los funcionarios, capellanes y voluntarios de prisiones que han llegado desde 10 cárceles de toda España. Un camino en el que todos eran iguales, y así lo han sentido.

Aroa es una de las protagonistas de la historia que nos trae una semana más, Javi Nieves en 'La Tarde'. La mayoría de los reclusos están en régimen de segundo grado, algunos están a punto de cumplir condena y salir de la cárcel y este camino les ha servido también para reivindicar que la sociedad les brinde una segunda oportunidad. Aroa, precisamente, fue la encargada de darles voz en la misa del peregrino con un precioso texto, que emocionó a todos los presentes.

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Un discurso emocionante

Aroa, que ha hecho el camino de Santiago desde Pontevedra, explicaba que para ella, realizar este camino le ha supuesto sentirse "libre y personas, nadie sabía de dónde veníamos, fue una experiencia maravillosa y hay que agradecérselo a la pastoral y los funcionarios". Sobre su discurso, que emociono a los presentes, decía que dio "las gracias y una segunda oportunidad a la hora de trabajar, que no nos miren con vergüenza y que hubiera otros métodos de la privación de libertad".

A lo largo del camino ha vivido muchas vivencias y lo que más le ha sorprendido es que "la gente es muy amable, la gente sufre de andar, los pies están mal porque no estamos preparados, explicaba Aroa entre risas, "todo el mundo estaba feliz, era como una familia, a veces me mareaba".

Otros reclusos

Otro de estos internos que ha hecho estos días el Camino es Alberto. Tiene 47 años y cumple condena en la prisión de A Lama, en Pontevedra. Lleva allí desde marzo de 2003 y le queda por cumplir un año de condena. Lo que más le ha gustado de la peregrinación ha sido el poder profundizar en la amistad con sus compañeros, afirmaba que se sentía "arropado, poder hablar de cosas más profundas de lo que hacíamos en el patio".

Otro fue Pepón, él hizo el Camino Inglés desde La Coruña y cuando llegó a la Plaza del Obradoiro, sintió una gran emoción, mencionaba que se puso "a llorar como si fuera un niño chicho, por haberme sentido realizado alguna vez en mi vida, casi todas las cosas que he empezado nunca las he acabado".

Voluntarios

Aroa, Alberto, Pepón y el resto de internos se reunieron en el Monte del Gozo para caminar juntos desde allí hasta la Catedral y participar en la Misa del peregrino. Yolanda es una de las voluntarias que ha acompañado a los internos. En su caso, su grupo venía de la cárcel de Teixeiro y empezó a caminar desde Ferrol para completar el camino inglés.

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Explicaba que "es una experiencia muy gratificante y donde puedes sentirte muy acompañada, todos teníamos un mismo objetivo, superar cada etapa para llegar a Santiago". Mantenía una relación como si fueran familia, eran un grupo donde no se distinguían cada uno de los cargos, ya fueran funcionarios, internos o voluntarios.

Por otro lado, Andrés también ha hecho este Camino desde O'Cebreiro y durante 7 días. Es educador físico deportivo de una prisión de Segovia y ha acompañado a tres internos. Decía que "iban bastante preparados, llevábamos 6 meses de preparación, este año no ha habido ninguna ampolla ni lesión".

Aroa, que lleva 2 años en prisión, concluía que la experiencia le ha permitido acercar posturas con Dios y que al verse fuera del módulo es como tener otra relación. Además, piensa hacer esta experiencia de nuevo con su hijo cuando salga de prisión.

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