Atravesar nuestras dudas y melancolías

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La abadesa del monasterio benedictino de Mariendonk, cuyo blog visito con frecuencia, cuenta que los adultos jóvenes que acuden a su comunidad a menudo tienen dificultades para decidirse por algo. Ya se trate del trabajo, de la pareja o de la comunidad, siempre surge la pregunta: ¿realmente he encontrado lo mejor o hay algo que se adapta mejor a mí? Además, hay personas para las cuales, incluso después de haber elegido, la duda persiste y a menudo les hace muy infelices: ¿es mi trabajo el correcto?, ¿acerté al casarme con este hombre, o con esta mujer?

La abadesa apunta que solo cuando la mirada está centrada en seguir a Jesucristo se resuelven estas cuestiones, porque entonces hay un centro que coloca todo lo demás en su lugar justo. Siempre nos pueden surgir dudas sobre las elecciones que hemos llevado a cabo; siempre puede surgir la inseguridad y la melancolía ante cualquier forma de vida que hayamos elegido, pensando que algo completamente diferente hubiera sido posible, y que lo que realmente buscábamos nunca se logró. Y así, giramos sobre nosotros mismos en una danza sin final y sin alegría. Solo cuando entendemos que cualquier vocación consiste en seguir a Jesús y realizar su misión a través de una forma de vida, de una circunstancia o de una tarea, se pueden atravesar esas perversas melancolías.

La abadesa dice que, a menudo, le preguntan si no siento que se está perdiendo algo en el monasterio. Y responde: “siempre he estado convencida de que estar donde estoy es lo más interesante… hay tanta realidad, belleza y significado viniendo hacia mí de todo lo que encuentro… ¿Por qué debería desear estar en otro lugar?” Al final, reconoce con sabia ironía: “por supuesto, sé que siempre me estoy perdiendo mucho, pero los 8 mil millones de personas que hoy no asisten a nuestras Vísperas también se están perdiendo mucho”.

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