El drama de la historia humana

Escucha la Firma de José Luis Restán del Lunes Santo 14 de abril

Él decidió libremente seguir la vía dolorosa que le conduciría a subir al madero de la cruz
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Escucha la Firma de José Luis Restán del Lunes Santo 14 de abril

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Siempre me ha parecido que la lectura de la Pasión, el Domingo de Ramos, es el momento más dramático e impactante de la liturgia de la Iglesia. En el texto del Evangelio de Lucas que se proclamó ayer, Jesús desvela el desgarro de su corazón humano ante lo que se le viene encima. Es verdad, Él decidió libremente seguir la vía dolorosa que le conduciría a subir al madero de la cruz, pero eso no le ahorró un milímetro de zozobra. Lo impresionante es cómo se lo contó a los suyos para que, a través de ellos, pudiésemos, siglos después, conocer y sentir lo que Él vivió por nuestra salvación. Atrás quedaron ya las parábolas, ahora Jesús habla del drama inminente de forma descarnada: “ya no volveré a comer con vosotros, ya no beberé el fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios…; porque el Hijo del hombre se va, pero ¡ay de aquel por quien es entregado!”. A continuación, llega la severa advertencia a Pedro y a los demás: “Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo… pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague”. La escena conmueve hasta el fondo, más aún si caemos en la cuenta de que eso sucede también hoy. En tantas cosas somos “cribados como trigo”, y si a duras penas seguimos en pie es porque Él lucha por nosotros, para que nuestra pobre fe no se apague.

Jesús previene a sus discípulos de que se escandalizarán, porque va a ser “contado entre los pecadores”, y por si en su atolondramiento aún no lo entendían, les deja claro: “lo que se refiere a mí, toca a su fin”. La forma en que durante tres años han vivido con el Maestro se acaba. Vendrá otra forma, sí, pero primero tendrá que subir al leño, y ellos huirán en desbandada. Lucas es el más preciso en detallar la escena de la negación de Pedro, cuando relata que, tras negarle Pedro por tercera vez y cantar el gallo, Jesús, que estaba siendo interrogado por Caifás, se giró y echó una mirada al que había constituido como roca y cimiento de la Iglesia. La mirada de Jesús, las lágrimas de Pedro: el drama de la historia humana, que Dios no ha querido salvar desde lejos sino entrando en la carne.

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