¿Se escuchará esta voz?

Ayer a esta misma hora escuchábamos al presidente de la CEE, Luis Argüello, dialogar en este programa contigo, Jorge, y creo que es importante recuperar algunas de las pistas que nos brindó para vivir este momento en que, como tú decías, parece que el mundo se descose. Argüello dijo que la nostalgia de nuestros contemporáneos demuestra que el corazón está hecho para la libertad y para el amor. Y en sus búsquedas extraviadas experimenta nostalgia de un Bien que no sabe definir. La tarea de la Iglesia es escuchar los latidos del corazón humano y sorprender sus nostalgias en cada época, para salir a su encuentro con una propuesta.

En su discurso de la reciente asamblea plenaria, monseñor Argüello hizo suya la propuesta del Papa Francisco de una “alianza social para la esperanza” e indicó que la negativa de tantos a traer hijos al mundo tiene que ver, en última instancia, con la falta de esperanza. Según el arzobispo de Valladolid, estamos en una época de siembra que requiere paciencia y una larga gestación, y la Iglesia quiere estar ahí, desde su fundamento: la memoria de “Uno que estuvo dispuesto a dar la vida, que subió a un madero de criminales y resucitó”. Esta es la esperanza que los cristianos anunciamos al mundo, y desde ahí, podemos contribuir a un tiempo nuevo, a “una nueva centralidad de lo humano”.

Esta perspectiva es completamente distinta del lamento cansino, tan habitual entre nosotros. Los cristianos podemos reconocer esta como una época de siembra, como una oportunidad de repensar y dar forma, junto a muchos otros que buscan, la casa (la familia), la plaza pública (la política), y el mercado (la economía). No hay una varita mágica para recomponer estos ámbitos en crisis, lo que puede haber es un trabajo, un diálogo, un testimonio, una construcción. ¿Se escuchará esta voz? Por nosotros que no quede.