Entonces, ¿tú eres rey?

La fiesta de Jesucristo Rey del Universo nos ha puesto delante, un año más, el dramático diálogo entre el gobernador Poncio Pilato (el único citado por su nombre y apellido en el Credo que recitamos a lo largo de los siglos en todo el mundo) y el acusado Jesús de Nazaret. Los textos del Evangelio permiten vislumbrar el paso de una cínica ironía a una especie de sorpresa conmovida: “entonces, ¿tú eres rey?”. Jesús ya había aclarado antes que “su reino no es de este mundo”, pero ante la insistencia de Pilato parece querer dejarlo claro: “tú lo dices, yo soy rey… para para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad”. Sabemos que, al final, Pilato ordenó colocar sobre la cruz la inscripción “Jesús nazareno, rey de los judíos”, y que resistió a las quejas de los sumos sacerdotes. Uno de los grandes Padres de la Iglesia antigua, Tertuliano, escribe en su Apología que Pilato se hizo cristiano después de la crucifixión de Cristo. Evidentemente se basaba en fuentes apócrifas, pero ¿quién sabe?

Aunque la realeza de Cristo forma parte de la fe de la Iglesia desde el primer instante, y así lo muestra toda la iconografía antigua de oriente y de occidente, la fiesta litúrgica de Cristo Rey fue introducida muy tardíamente, en 1925, por el Papa Pío XI. Europa tenía fresca la memoria de la I Guerra Mundial mientras se estaba gestando otra aún más terrible. La política nacionalista estaba en alza y los totalitarismos reclamaban para el Estado el dominio, incluso, de las conciencias. La primera fiesta de Cristo Rey fue, por tanto, concebida como la proclamación de que sólo Cristo, y nadie más, tiene derecho a pedir que nos arrodillemos ante Él. A la distancia de casi un siglo, la urgencia de esta proclamación sigue vigente. Ni la ciencia, ni la política, ni el mito del progreso, ni una cierta idea de bienestar, pueden reivindicar para sí una realeza que sólo corresponde al Crucificado. Eso es lo que fundamenta la misteriosa realeza del más pobre y desamparado de los hombres frente a cualquier poder del mundo.