De la carne
Reflexiona José Luis Restán sobre las palabras abad general del Císter, Mauro Lepori
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En pleno tiempo de Pascua se aviva la pregunta sobre qué significa la vida eterna que Cristo resucitado ha ganado para nosotros. Se lo han preguntado en una entrevista al abad general del Císter, Mauro Lepori, y quiero compartir algunos trazos de su hermosa respuesta. “En primer lugar, la vida eterna será una plenitud de vida... entraremos en la vida trinitaria con todo nuestro ser… será una vida totalmente filial y, al mismo tiempo, una vida de completa fraternidad con toda la humanidad y con nuestros seres queridos, a los que volveremos a encontrar”. El abad Lepori observa que “esta vida eterna ya comienza en el tiempo de nuestra existencia aquí en la tierra, cuando vivimos en Cristo una relación filial con Dios y una relación fraterna con todos aquellos que pone en nuestro camino”.
En otro momento de la entrevista le preguntan cómo imagina que será nuestro ser en esa vida futura y responde que permanecerán todas las buenas relaciones que hemos construido y que nos han identificado: siempre seremos hijos de nuestros padres, o padres y madres de nuestros hijos, y amigos de nuestros amigos, pero no estaremos encerrados en estas relaciones porque también, misteriosamente, estaremos abiertos a otros que no conocimos, o con los que incluso nos enfrentamos. Y recuerda que cuando su madre se estaba muriendo, se dio cuenta de cuánto necesitamos la resurrección de la carne que profesamos en el Credo. “No podemos conformarnos con abrazar sólo las almas de nuestros seres queridos en el Cielo, yo quería volver a abrazar a mi madre en su totalidad, con ese cuerpo que me había generado, cuidado, y acompañado hasta el final”. Y es que, concluye el P. Lepori, “el dogma de la resurrección de la carne, aunque tan misterioso para la razón, corresponde verdaderamente a la necesidad de nuestro corazón”.