En el corazón de la ciudad

Dos papas han subrayado el valor singular de la Basílica de la Sagrada Familia, plantada en el corazón de la urbe barcelonesa. Ayer, con motivo del encendido de la estrella de la torre dedicada a la Madre de Dios, Francisco señalaba este maravilloso templo como señal de una Barcelona más habitable y acogedora para todos. En 2010, Benedicto XVI quiso consagrar personalmente la basílica, consciente de la potencia de su mensaje para un mundo en el que hombre trata de edificar su vida de espaldas a Dios. Entonces señaló que sus torres se alzan como saetas para gritar que “Dios es la verdadera medida del hombre”.

Ayer, Francisco pidió en su video-mensaje que Santa María vele con su estrella luminosa por las familias. Y observó que Gaudí quiso representar eso en el portal de la esperanza, “expresando con el rostro de los obreros los sufrimientos y las dificultades que los ponían en comunión con los que sufrió la Sagrada Familia, el destierro a Egipto de tantos pobres que buscan un futuro mejor o huyen del mal; la muerte de tantos inocentes que se unen a los de Belén”.

Y es que este templo de piedra, fruto de la naturaleza y de la inteligencia humana, levantado en el corazón de la ciudad, recuerda a todos que la historia de la familia de Nazaret tiene que ver con lo que se agita en los hogares, en las escuelas y centros de trabajo, en los comercios, los hospitales y las cárceles. El Papa quiso subrayar también que la estrella encendida de la torre recién inaugurada es un acicate para la misión de la Iglesia en una ciudad en la que esperanzas y conflictos se anudan cada día, una ciudad que, pese a todas las apariencias, anhela la alegría del Evangelio que solo pueden ofrecer aquellos que ya la han conocido.