La libertad y la fe

La invasión rusa de Ucrania ha tapado, de momento, la represión del régimen de Bielorrusia contra los líderes democráticos de aquel país.

Uno de ellos es Ales' Bjaljacki, uno de los ganadores del premio Nobel de la Paz 2022 que, además de su compromiso en favor de los derechos humanos, ha sido protagonista del renacimiento de la comunidad católica bielorrusa, el 15% de la población.

Actualmente está preso en Minsk a la espera de juicio y podría ser condenado a una pena de 7 a 12 años de prisión. Merece que sepamos quién es, y que alcemos la voz en su defensa.

A fines de la década de los 80, Bjaljacki se involucró en las primeras organizaciones que se ocuparon de las víctimas del totalitarismo soviético.

En esa época comienza a publicar con un pequeño grupo de amigos la revista “Pensamiento cristiano”.

En junio de 1990 este grupo funda “Comunidad Católica”, una organización que sería punto de referencia para la intelectualidad católica bielorrusa. Desde allí luchó para conseguir la devolución de las iglesias a los fieles, la reintroducción de las fiestas religiosas y la preparación cultural de los sacerdotes

Tras el primer entusiasmo por la independencia el ascenso al poder de Alexander Lukashenko supuso el retorno de la represión y las violaciones de derechos humanos.

En ese contexto lanzó el proyecto «Vjasna», una asociación centrada en proteger los derechos de los ciudadanos y en promover el renacimiento espiritual y cultural de la nación.

El régimen no podía consentirlo y muchos activistas terminaron en prisión, entre ellos el propio Bjaljacki, condenado en 2011 a 4 años y medio por el patético cargo de "evasión fiscal".

Ahora, tras la farsa electoral de 2020, la represión se ha incrementado y la Iglesia católica está en el punto de mira. Ales Bjaljacki está nuevamente tras los barrotes. Pero ni su espíritu ni su mente están encadenados, algo que los funcionarios de la dictadura no pueden comprender.