Mucho que construir
José Luis Restán reflexiona sobre la decisión del Constitucioal sobre la ley del aborto
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Tras una insólita demora de doce años, el Tribunal Constitucional ha despachado a velocidad de vértigo el recurso presentado contra la Ley del aborto impulsada por el Gobierno de Zapatero y ha decretado su plena constitucionalidad. El Tribunal Constitucional es la última referencia a la que se puede apelar dentro de nuestro Estado de Derecho y, en principio, no parecía ingenuo esperar de él una tutela adecuada del bien precioso de la vida, especialmente cuando está todavía en el seno de la madre. El resultado provoca decepción, pero a estas alturas poca sorpresa. Hay que reconocer que en nuestro ordenamiento jurídico el aborto es ya un derecho, como sucede por desgracia en otras legislaciones de nuestro entorno. Pero no todo lo que es legal es ético, ni responde a la verdad. Las leyes no son fuente de sentido ni de moralidad, sino normas para ordenar la convivencia en una sociedad plural que, en el tema del aborto, está profundamente dividida, y en la que buena parte de sus miembros lo han “normalizado” ya en sus fórmulas más duras.
Como corresponde en democracia, hemos apelado a la ley. Una vez que ésta no responde, no perdamos demasiado tiempo en lamentaciones. Es el momento de centrarse en el debate ético-cultural de fondo; en el testimonio de que la vida humana es un bien en cualquier circunstancia; en tejer una red de acción por la vida entre todos los que estén dispuestos, vengan de donde vengan; en el acompañamiento y ayuda a las madres en dificultad. Estoy seguro de que cuando Juan Pablo II acuñó la fórmula de construir una “cultura de la vida”, ya intuía el escenario en que hoy nos encontramos inmersos. Hay mucha tarea por delante y requiere tenacidad, inteligencia y estima profunda por cada persona. No es hora de cavar trincheras sino de dialogar, testimoniar y construir a campo abierto