Un respeto que cabe esperar de cualquier gobierno

Seguramente has visto un spot televisivo en el que varios padres y madres, en tono agresivo y malencarado, te lanzan esta agria pregunta: “¿a ti qué te importa?”. Se trata de una campaña del Ministerio de Derechos Sociales que pretende denunciar actitudes violentas contra los menores en el seno del hogar. Por supuesto que los hijos no son propiedad de los padres. Este es un mensaje que interesa mucho a este gobierno nada progresista, recordemos aquella intervención de la entonces ministra de Educación, Isabel Celáa. Lo que hay que recordarle es que menos aún son propiedad del Estado.

A toda la sociedad debe preocuparle la violencia doméstica, también en su versión relacionada con los hijos. Y sí, claro que nos tiene que importar esa lacra, y claro que hay que luchar contra ella con todo tipo de instrumentos: los del Estado y los de una sociedad viva. El problema del spot, y llueve sobre mojado, es que este gobierno no pierde ocasión para lanzar mensajes de sospecha hacia la familia. No es casualidad que entre sus medidas estrella figure que las menores puedan abortar y también cambiar de sexo sin consentimiento ni intervención de los padres.

Detrás de todo esto hay una concepción ideológica que pretende remodelar la familia como primer ámbito de socialización. Y ahí es donde, con toda razón, con serenidad y con firmeza, las familias deben decir “basta”. Toda la colaboración en la lucha contra cualquier violencia sobre los menores, que es una auténtica perversión. Pero existe una apabullante evidencia a favor de la familia a la hora de buscar el bienestar del menor. Hablamos, claro está, de familias normales, con sus límites e imperfecciones. Familias que merecen el respeto, ya que no la simpatía, de cualquier gobierno que merezca ese nombre.