La sonrisa de María bendice nuestra ciudad
Hoy la imagen de la Virgen de la Almudena ha vuelto a pasar por las calles del viejo Madrid
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La sonrisa de María bendice nuestra ciudad
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Hola Pilar. Hoy la imagen de la Virgen de la Almudena ha vuelto a pasar por las calles del viejo Madrid. Siempre me ha cautivado la sonrisa contenida, apenas esbozada, de esta hermosa imagen que acompaña especialmente a los madrileños. En una ocasión dijo Benedicto XVI que la sonrisa de la Virgen expresa la victoria de la gracia, de la iniciativa de Dios frente al poder del mal. Buscar esa sonrisa, decía el papa-teólogo, no es infantilismo piadoso ni emoción descontrolada, sino conciencia de la única riqueza verdadera que posee todo hombre. En María resplandece sin posibilidad de confusión, la naturaleza del cristianismo: Dios, se comunica al hombre a través de lo humano; ha pedido a aquella joven hebrea que acoja en su corazón (es decir, en su libertad y en su conciencia) y en su carne, su iniciativa completamente inesperada: hacerse uno de nosotros, para ser reconocido y amado. Como ha dicho el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, la Virgen tiene un atractivo especial, incluso para los que se consideran extraños a la fe, porque alcanza los corazones, porque, en el fondo, todos necesitamos una Madre.
Hoy en el tejido de la gran urbe madrileña, la imagen de María ha pasado a la vista de todos, recordando a la ciudad que la gracia sobreabundó sobre el pecado. Por encima de las locuras de los hombres y en medio de las oscuridades de cada época, vence la sonrisa de María, el fruto de la gracia acogida sencillamente por la razón y la libertad de aquella jovencita hebrea. En esa sonrisa se resume nuestra dignidad nunca abatida, brilla nuestra esperanza siempre firme, asoma nuestro destino de felicidad.