Una gran bendición para nuestras ciudades y pueblos

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Una gran bendición para nuestras ciudades y pueblos

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Estamos en la semana del Corpus Christi, que celebraremos en toda España el domingo y, de manera excepcional, este jueves en lugares como Toledo, Granada y Sevilla, entre otras. San John Henry Newman decía que “tener a Cristo en su presencia corporal en tu propia casa, dentro de los propios muros, es una bendición tan inimaginable que supera cualquier otro privilegio… saber que Él está ahí al lado, y poder siempre durante el día ir hasta Él […] Es verdaderamente maravilloso ver esta Divina Presencia que mira y se asoma sobre las calles abiertas delante de las varias iglesias… Yo no supe jamás de qué clase de culto se trataba, en cuanto hecho objetivo, hasta que entré en la Iglesia Católica”.

Benedicto XVI, que tenía una especial sensibilidad para esta gran fiesta del Corpus, hablaba también de “la presencia constante de Jesús en medio de nosotros y con nosotros, una presencia concreta, cercana, entre nuestras casas, como «Corazón palpitante» de la ciudad, del país, del territorio con sus diversas expresiones y actividades”. Y recordaba que “el Sacramento de la caridad de Cristo debe permear toda la vida cotidiana”.

Las procesiones del Corpus tienen precisamente este sentido profundo, porque en el sacramento de la eucaristía el Señor se encuentra siempre “en camino hacia el mundo”. En las procesiones, llenas de colorido y de alegría, llevamos a Cristo por las calles de nuestras ciudades y encomendamos nuestros hogares, nuestras plazas y centros de trabajo, toda nuestra vida cotidiana, a su bondad. La celebración de la Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia, pero ese momento se dilata a través de la adoración, de la presencia cotidiana del Señor en el Santísimo. Así que hoy, y el próximo domingo, desde los pueblos más humildes a los barrios de nuestras grandes metrópolis, ponemos ante Jesús eucaristía los sufrimientos de los enfermos, la soledad de los jóvenes y de los ancianos, las tentaciones, los miedos y las esperanzas de nuestra vida. Y que el Señor bendiga también nuestra convivencia, nuestra ciudad común.

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