Van Thuan y los meandros de la historia
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Una noticia para “especialistas”, como puede ser el nombramiento de un obispo auxiliar para la diócesis de Ho Chi Minh City, me ha servido para recordar que ahora se cumplen 20 años de la muerte de uno de los pocos vietnamitas cuyo nombre resulta familiar a parte del público español: el del cardenal Francisco Javier Van Thuan. Y es que Ho Chi Minh City es el nuevo nombre de la antigua Saigón, la ciudad para la que fue nombrado obispo un jovencísimo Van Thuan en 1975, pocos días antes de que los comunistas del Viet Cong tomaran el poder. Aquel nombramiento supuso para Van Thuan 13 años en las cárceles del régimen, nueve de ellos en aislamiento, y posteriormente el exilio.
Las cosas han cambiado mucho para los católicos en Vietnam. El arzobispo de Ho Chi Min City cuenta hoy con dos obispos auxiliares nombrados por el Papa y, evidentemente, aceptados por el gobierno. En la diócesis viven más de 700.000 católicos, el 10,4% de la población, que son atendidos por 900 sacerdotes y 6 mil religiosos. Cifras que pueden producir mareo o envidia, según se mire. El trabajo pastoral es intenso en todos los campos: catequesis, acompañamiento a las familias, servicio a los pobres, misiones rurales… Todo aquello que Van Thuan hubo de dejar dolorosamente en las manos de Dios, mientras le trasladaban en un destartalado camión a un campo de internamiento. Y Dios se ha ocupado del asunto.
La historia de la Iglesia en Vietnam es realmente preciosa y dramática, muy instructiva para nuestras quejas y nuestras prisas. Desde las persecuciones que empezaron a finales del siglo XVII hasta el florecimiento actual. Una cadena asegurada por hombres y mujeres como Van Thuan, que lo dieron todo sabiendo que sólo Dios es Señor de la historia.