Embajadores de esperanza ante el yugo de la esclavitud y la explotación

Ante la celebración este 8 de febrero de la Jornada de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, Mario Alcudia reflexiona sobre la necesidad de rezar por quienes sufren esta esclavitud e implicarnos en la medida de lo posible activamente en erradicarla para lograr una humanidad más libre, más justa y más fraterna

Jornada de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas
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EMBAJADORES DE ESPERANZA ANTE EL YUGO DE LA ESCLAVITUD Y LA EXPLOTACIÓN | FIRMA MARIO ALCUDIA

Redacción Religión

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La Iglesia celebra este sábado la Jornada de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas coincidiendo con la celebración de la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, una mujer esclavizada que, tras su liberación, se encontró con Jesucristo y se consagró a Él. Los actos y el lema de la Jornada se enmarcan en el año Jubilar en el que nos encontramos, “Embajadores de la Esperanza: juntos contra la trata de personas”. Se trata de una herida abierta en nuestra humanidad. En España hablamos de unas 50.000 víctimas; todas ellas son historias de vida rotas por el engaño y la explotación. Pero más allá de las cifras, de los fríos números, debemos recordar que detrás de cada víctima hay un rostro, una historia de sueños rotos y de dignidad negada.

Con este motivo jóvenes embajadores de Talitha Kum, la red internacional de religiosas que luchan contra la trata de seres humanos han peregrinado durante esta semana a Roma. No solo caminaron físicamente sino que también lo hicieron de manera digital. A través de la app Walking in Dignity (Caminando en Dignidad), contaron cada uno de sus pasos de peregrinos, tratando así de aumentar la conciencia y la denuncia de esta lacra en todo el mundo.

Es tal la importancia y magnitud de este asunto que este Año Jubilar la CEE ha escogido este tema como eje central de su compromiso social recordándonos que se trata de un problema al que hay que dar respuesta de forma de forma urgente.

Un tema ante el que no podemos mirar hacia otro lado, ni tampoco pensar en que son solo los otros los que pueden hacer algo al respecto. Hay que abrir bien los ojos y el corazón, rezar por quienes sufren esta esclavitud e implicarnos en la medida de lo posible activamente en su erradicación; todo para para lograr una humanidad más libre, justa y fraterna.

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