“Balance del año de Sánchez: Acaba el año, yo sigo viviendo en Moncloa y Feijóo no. Chincha rabiña”
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del lunes 23 de diciembre
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Bienvenido al Mediodía de esta víspera de Nochebuena. Todo es alegría, todo es euforia, todo es triunfalismo en el balance anual que a esta hora sigue haciendo Pedro Sánchez desde Moncloa. Si tuviéramos que creernos lo que ha dicho, España no solo se encontraría en el mejor momento de su historia, sino que sería también el mejor lugar del planeta. Y porque no conocemos otros planetas habitados. El sistema solar entero gira hoy admirado en torno a Pedro y su gestión arcangélica de los recursos públicos. Hasta Víctor de Aldama está aplaudiendo al televisor, emocionado. Somos un cohete que no deja de subir: este es el resumen del balance pedrista.
Y sin embargo Pedro no está del todo feliz. No todo va tan extraordinariamente bien en España como a nuestro presidente-prodigio le gustaría. Los jueces, por ejemplo. Esos señores con puñetas que se empeñen en investigar la corrupción. Esos señores a los que les falta completar la Transición, según el Gobierno. Mientras los puñeteros jueces no archiven todas las causas que cercan a su mujer, a su hermano, a su fiscal general, a su secretario de Organización y quizá pronto a algún ministro, la España de Pedro no será tan perfecta como podría ser.
Pedro no está del todo feliz. No todo va tan extraordinariamente bien en España"
Copresentador de 'Mediodía COPE'
Y luego estamos nosotros, claro: los periodistas críticos. Una deshonra para la utopía progresista con la que sueña el matrimonio Sánchez-Gómez: una España donde toda forma humana de oposición haya desaparecido de a faz de la tierra. Donde solo se escuchen alabanzas al paso de Pedro y Begoña, en lugar de abucheos cada vez que se les ocurre pisar al calle sin el blindaje de una comitiva policial.
A ver, si enciendes la tele y ves a Pedro Sánchez compareciendo sobre un fondo rotulado con el lema “Cumpliendo”, lo primero que piensas es que este año se ha adelantado el día de los Inocentes. Cumpliendo, dice. ¡Pedro Sánchez cumpliendo su palabra! ¡Pero si hasta sus socios se quejan de que los está estafando! Si el tipo que lo invistió, Puigdemont, le exige que se presente a una cuestión de confianza porque no es una persona de fiar! La brecha entre la retórica presidencial y la realidad judicial y parlamentaria es tan grande ya como la brecha entre la bonanza macroeconómica y el poder adquisitivo real de las familias españolas. Es como si Sánchez hablara de un país diferente, de un Parlamento diferente y de un matrimonio diferente. Su mundo mental es apacible, blindado y pequeñito como un búnker, donde no penetra un solo átomo de cruda realidad.
Mira, el Gobierno ha acabado el año encajando la derrota parlamentaria de su plan fiscal y protagonizando escándalos en los tribunales a diario. No es que no tenga presupuestos: es que no puede ni convalidar un decretazo. Ha perdido la mayoría en la calle y en las Cortes, y ha perdido la agenda mediática, porque esa la dicta la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. Por supuesto, Pedro insiste en que terminará la legislatura y llegará si quiere hasta 2036, en aniversario de la guerra civil, a ver si esta vez la gana. La triste realidad es que con un panorama la mitad de
grave cualquier presidente democrático de nuestro entorno -como hicieron el portugués o el alemán- ya habría convocado elecciones. Pero no hacerlo y aguantar como sea se ha convertido en el único sentido de su vida. El balance de este 2024 lo podría haber despachado con gran sencillez así: “Acaba el año, yo sigo viviendo en Moncloa y Feijóo no. Chincha rabiña”. Porque a esta resistencia infantil se reduce todo. Todo se reduce a seguir huyendo hacia delante".