"Esto no es exactamente una democracia parlamentaria: es una pedrocracia"

Vengo de un lugar que últimamente no sirve para nada y que se llama Congreso de los diputados. Como todos los miércoles se celebra allí una sesión de control del Gobierno a la oposición, aunque en origen era al revés. Hubo un tiempo, queridos niños, en que era el Gobierno el que tenía que rendir cuentas de su gestión ante las preguntas de la oposición. Pero desde que gobierna Pedro, la orden es que la mejor defensa es un buen ataque, y que al enemigo ni agua, incluyendo entre los enemigos a la lógica aristotélica. Así que si te preguntan por las averías en los trenes, lo que tienes que hacer es hablar de lo bien que funciona la Ley de Vivienda en Cataluña, por ejemplo. Y si te preguntan por la colonización de Telefónica para tomar el control total de El País y de la SER (que yo me pregunto, con toda inocencia, eh, qué les faltará por controlar de El País y de la SER, por Dios Santo), pues tú respondes con Mazón. Y así todo.

El Congreso se está vaciando de sus dos funciones democráticas principales. La primera era organizar debates reglados, donde se responda a lo que se pregunta y se expongan argumentos en vez de bulos y señalamientos. Y donde no se maneje la mesa del Congreso para taponar los debates urgentes, como el del rearme de Europa. La segunda función del Congreso era aprobar leyes. Empezando por la ley más importante de todas, que eran los presupuestos generales del Estado. En otras democracias cuando el Gobierno pierde la mayoría para aprobar presupuestos en tiempo y forma, como dicta la Constitución, disuelve la Cámara y convoca elecciones. Pero esto no es exactamente una democracia parlamentaria: es una pedrocracia. Aquí se debate lo que diga Pedro. Y si Pedro se queda sin socios, entonces los españoles se quedan sin Congreso.

El Gobierno nos debe un debate de presupuestos, un debate sobre el incremento del gasto militar y un debate sobre el modelo migratorio de este país"

Jorge Bustos

Copresentador de 'Mediodía COPE'

Mira, hay tres ausencias especialmente sangrantes en la agenda del Parlamento. El Gobierno nos debe un debate de presupuestos, un debate sobre el incremento del gasto militar y un debate sobre el modelo migratorio de este país. Ya basta de decretazos pactados en Waterloo con un fugado que no cree en España y que termina decidiendo cuántos menores se reparten en España. Y como para Puigdemont Cataluña no es España, agita sus siete votos en la cara de Pedro y Pedro le compra la excepción xenófoba y sobrecarga al resto de regiones con el esfuerzo de acogida que ya no hará Cataluña. Y de paso atiza la división entre PP y Vox en el resto de comunidades, a ver si agitando otra vez el espantajo del fascismo evita que sumen juntos los escaños suficientes para echarle.

Porque así es como funciona la cabeza de Pedro: ante un problema urgente como es la inmigración no se pregunta cómo solucionarlo, que sería mediante un pacto de Estado con el PP, sino cómo puede usarlo contra la oposición. Y si el precio es la inestabilidad política e incluso los disturbios en los barrios, pues mucho mejor. A río revuelto, ganancia de populistas. Divide y vencerás.

El problema para Pedro es que también su gobierno está dividido. Y cada vez más. Acabamos de enterarnos que Sumar votará con el PP en contra de que tribute el salario mínimo. Y sabemos también que Sumar no está de acuerdo con aumentar el gasto en defensa, aunque Pedro lo llame seguridad. Pero este es el precio de haber convertido España en el reino de la discordia. Que el responsable de esa deriva acaba quedándose solo".