"El Gobierno de España debería estar liderando la causa de la democracia de un pueblo hermano como Venezuela"

Qué tal, soy Jorge Bustos, te doy la bienvenida al mediodía de este jueves, 9 de enero de 2025. Tenemos ahora mismo los ojos y el corazón puestos en Venezuela, donde son las 8 de la mañana. Amanece un día decisivo, bien para la historia de la libertad o bien para la historia universal de la infamia. Son momentos de enorme tensión. 

De lo que suceda en las próximas horas dependerá que se abra la esperanza de una transición democrática para el pueblo venezolano o, por el contrario, de que se consolide la represión de un régimen cada vez más sanguinario y cada vez más aislado.

Nicolás Maduro, el siniestro camionero comunista que robó las elecciones del pasado julio con la ayuda de una cúpula militar corrupta y con el apoyo de Putin, ha decidido armar a las milicias chavistas. Lo hace porque tiene miedo a los venezolanos que lo han perdido todo, salvo su anhelo irreductible de ser libres. 

Lo hace porque no se fía del todo de esos cobardes generales a los que ha comprado con el dinero de la cocaína y del petróleo. Por eso las calles de Caracas y de otras ciudades amanecen ahora mismo vigiladas por bandas de criminales con licencia bolivariana para disparar contra su propio pueblo, ese pueblo que hoy va a salir a las calles de todo el país a pedir libertad, a pedir que se cumpla su voluntad expresada en las urnas.

En los últimos días, según se acercaba la fecha de la investidura, Maduro ha endurecido la represión. Ha detenido a un centenar y medio de inocentes a los que él llama mercenarios, incluido el yerno de Edmundo González, solo por el hecho de serlo. 

Ha pegado carteles de “Se busca” contra siete expresidentes hispanoamericanos que han tenido la valentía de acompañar a Edmundo, que en estos momentos finaliza en Santo Domingo su gira para recabar apoyo internacional a su investidura. ¿Podrá entrar el presidente electo en Venezuela?

Todos nos preguntamos qué va a pasar. Nadie descarta la posibilidad de un baño de sangre ordenado por la dictadura en su bunkerización desesperada. Nadie duda tampoco del coraje cívico que está demostrando el pueblo oprimido por el chavismo, esa gente arruinada y perseguida que arriesga el pellejo saliendo hoy a la calle, liderados por el ejemplo heroico de María Corina Machado. ¿Qué pasará con ella, que ha prometido reaparecer al frente de la gran manifestación, después de tener que pasar a la clandestinidad por las amenazas del régimen?

En este instante de tensión y de expectativa, miramos al Gobierno de España, y nos invade una mezcla de cólera y de vergüenza. Porque el Gobierno de España, que tan sensible parece a las dictaduras, debería estar liderando la causa de la democracia de un pueblo hermano como Venezuela.

Pero el ministro Albares parece más ocupado en aplaudir la farsa de Pedro contra un dictador muerto en la cama hace medio siglo. En la hora crítica de la democracia venezolana, el Gobierno de España responde con el silencio o con algo peor: la connivencia. 

La connivencia repugnante de Zapatero, el amigo de Delcy y de Maduro, el consejero aúlico de Sánchez. El infausto presidente que desenterró la guerra civil y enseñó a Pedro Sánchez a luchar contra dictadores muertos mientras se hacen negocios con los dictadores vivos.

Pero la abrumadora mayoría de los españoles, por fortuna, están hoy con los venezolanos, que están a punto de jugarse en la calle la reconquista de su libertad. Viva Venezuela libre".