"Todo lo que merece la pena exige un trabajo a largo plazo. Por eso la política española es tan fea, está instalada en el cortoplacismo más cutre"

Hoy arrancamos este Mediodía COPE desde el corazón del Valle del Jerte, al norte de la provincia de Cáceres. Este valle es universalmente conocido por el espectáculo de sus cerezos en flor, que atrae a turistas de toda España y del extranjero. Y no es para menos: aquí está a punto de producirse la floración de un millón y medio de cerezos casi a la vez, y te aseguro que esa fotografía justifica una escapada. 

Pero más allá de un destino turístico, este valle lleva viviendo de la agricultura desde tiempos ancestrales. Y los agricultores que cultivan los cerezos y que se agrupan en la cooperativa desde donde hoy hacemos este programa están padeciendo los efectos de unos inviernos demasiado cálidos. La cereza necesita el frío para madurar, pero el cambio climático está volviéndolas un poco locas, anticipa su floración y daña la calidad de un fruto que, por cierto, a mí me gusta hasta la adicción. Puedo vaciar cuencos de cerezas como si fueran pipas. Esta mañana he tenido ocasión de pasear entre los cerezos de José Antonio Tierno, que es el presidente de la denominación de origen de la cereza del Jerte, y me ha explicado la situación. Luego podremos escucharle.

A pesar del calentamiento bélico en nuestras fronteras, no hay manera de que florezca un pacto de Estado en la política española"

Jorge Bustos

Copresentador de 'Mediodía COPE'

Ya sabes que para la cultura japonesa el cerezo es un árbol sagrado. Y lo es porque su belleza es efímera. Es casi literalmente flor de un día: el máximo esplendor de un cerezo en plena floración no dura mucho más de 72 horas. Enseguida caen los pétalos que abonarán las raíces para que, después de un año entero de preparación, el árbol vuelva a florecer en la primavera siguiente. Los japoneses encontraron en este ciclo vital del cerezo una enseñanza: la de que toda belleza es laboriosa. Todo lo que merece la pena exige un trabajo a largo plazo. Por eso la política española es tan fea. Por eso lleva años sin producir nada hermoso. Porque está instalada en el regate corto, en el cortoplacismo más cutre.

Treinta minutos le ha concedido el presidente del Gobierno al líder de la oposición esta mañana para tratar nada menos que la obligada contribución española al rearme europeo. Treinta minutos. Más o menos los mismos que a Rufián o a la señora de Bildu. Así es imposible generar la confianza necesaria para alumbrar una política de Estado. Y el tiempo se acaba: España está a la cola en gasto militar en proporción a su PIB y Pedro ha fracasado en esa propuesta de gorrón que pretendía socializar entre 27 países el coste del rearme. Toca pagar de uno en uno, y a nosotros nos toca pagar más, porque el mundo ha cambiado y aquí hemos racaneado con la inversión en defensa durante décadas. La extrema izquierda y el separatismo quieren seguir así y están abandonando a Pedro acusándole de militarista: pero es culpa suya por fundirse con el peor populismo a cambio del poder. Cuando Europa le apriete con el gasto militar, Pedro solo tendrá dos salidas: o acuerdo con el PP o elecciones. Y no cabe descartar que al final pasen las dos cosas.

Mira, a pesar del calentamiento global, los cerezos del Jerte están a punto de florecer. Por desgracia, a pesar del calentamiento bélico en nuestras fronteras, no hay manera de que florezca un pacto de Estado en la política española".