Pilar G.Muñiz: "Combatimos mejor el yihadismo, pero la amenaza no ha desaparecido"
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20 años han pasado del 11M. Es una de esas fechas que no se olvidan de una u otra manera todos sabemos donde estábamos, qué hacíamos cuando nos enteramos de la noticia. El recuerdo es imborrable para toda la sociedad y especialmente para aquellos que lo vivieron de cerca o perdieron a algún ser querido en los atentados.
El recuerdo precisamente es lo que da nombra al lugar en el que me encuentro. Un bosque con 22 olivos y 170 cipreses que simbolizan las 192 víctimas que murieron en las 10 explosiones de Atocha, El Pozo, y Santa Eugenia.
Aquí acaba de tener lugar el tradicional acto de la Asociación de Victimas del Terrorismo en memoria de los fallecidos. Es un lugar, habitualmente tranquilo donde el run run del tráfico de Madrid se acaba matizando bajo la sombra de los cipreses.
Es un sitio que invita a la reflexión mientras se pasea y desde luego en una fecha como hoy saca todo tipo de recuerdos. Aquí hay una silencio sereno, nada que ver con aquel silencio nervioso e impregnado de miedo que se respiraba en hace 20 años.
No es agradable esta efeméride. Nadie quisiera estar hoy recordando este día pero los años han aportado serenidad. Es verdad.
Pero aún así con todo el tiempo que ha pasado... a mi me sigue pareciendo imposible aquel jueves 11 de marzo y sin embargo ocurrió. Ocurrió y dejó una cicatriz, que como sociedad, vamos a seguir llevando al menos en las generaciones que vivimos estos atentados. Socialmente algo cambió para siempre desde aquella mañana aunque a veces no sepamos describir qué fue. No se puede decir que sacáramos algo en positivo de aquella masacre pero al menos si que sacamos lecciones.
Se mejoraron los protocolos de atención a las víctimas (física y emocionalmente) y desde el punto de vista policial también se aprendió a combatir un terrorismo indiscriminado, el yihadista.
Un tipo de terror que en aquel 2004 comenzaba a escribir con sangre sus peores páginas en Europa. La de Madrid fue de las primeras en esta historia de Infamia a la que siguieron Niza, París o Londres.
Madrid fue un despertador brutal para la vieja Europa. Y cuando abrimos los ojos el yihadismo ya había travesado nuestras fronteras y nuestros corazones. Una amenaza por cierto que ahora combatimos mucho mejor pero que no ha desaparecido sigue latente.
20 años han pasado ya del 11 de Marzo, el peor atentado de nuestra historia. Basta con decirlo para que a casi todos nosotros se nos caiga un ligero velo de emoción en la memoria. Es inevitable pero también es necesario.