Se va de Erasmus a Lisboa y, siete años después, cambia la vida de familias en Tetuán y Pan Bendito con lo que tiras

En España se desperdiciaron el 3,9% del total de alimentos que han sido adquiridos para su consumo dentro y fuera de los hogares y hay un proyecto en Madrid que lo aprovecha

José Manuel Nieto

Publicado el

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En España, el desperdicio alimentario sigue siendo un problema silencioso, pero alarmante, una realidad que pasa desapercibida para muchos, pero que tiene consecuencias devastadoras para el medio ambiente y las personas en situación de vulnerabilidad. Según el Informe del desperdicio alimentario en España 2023 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el 3,9% del total de alimentos y bebidas adquiridos para el consumo, tanto dentro como fuera de los hogares, acaba en la basura. De estos, el 76,4% son productos sin elaborar —frutas, verduras o lácteos— y el 23,6% son platos ya cocinados, una cifra que invita a la reflexión sobre el exceso y la falta de planificación en nuestra sociedad.

Pero en medio de estas cifras desoladoras, hay proyectos que nacen para marcar la diferencia, demostrando que pequeñas acciones colectivas pueden transformar realidades. Uno de ellos es Refood España, una iniciativa que comenzó a tejerse en 2016, cuando Alfonso Puras, entonces estudiante de Erasmus en Lisboa, descubrió el proyecto portugués Refood. Al regresar a Madrid, decidió replicar esta idea, consolidándola en 2019 como una asociación sin ánimo de lucro dedicada a reducir el desperdicio alimentario y ayudar a las personas que más lo necesitan.

El objetivo de Refood España es claro y contundente: rescatar el excedente alimentario que generan restaurantes, panaderías, fruterías y residencias universitarias para redistribuirlo entre familias vulnerables de los barrios de Tetuán y Pan Bendito. 

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Vista aérea del barrio de Tetuán y El Pilar de la Ciudad de Madrid

Gracias a un equipo comprometido de voluntarios, cada noche recogen alimentos que de otro modo acabarían en la basura y los llevan a su centro de operaciones, donde son clasificados, organizados y preparados en raciones equilibradas para su posterior entrega.

Un impacto que crece cada semana

La logística es sencilla pero eficaz, un engranaje perfectamente coordinado: las panaderías, por ejemplo, donan las barras y hogazas que no han vendido durante el día, mientras que las residencias universitarias entregan raciones preparadas que no se han consumido. Todo este proceso se lleva a cabo entre las 19:00 y las 20:15 horas, siguiendo un protocolo estricto: primero se pesa cada lote de alimentos para llevar un control detallado, luego se asegura que cumplen con las normativas de seguridad alimentaria y, finalmente, se distribuyen cuidadosamente entre las familias beneficiarias.

A día de hoy, Refood España da apoyo semanal a unas 26 familias en Tetuán (alrededor de 100 personas) y a unas 11-13 familias en Pan Bendito (unas 30 personas). Las entregas se realizan dos días a la semana —lunes y miércoles o martes y jueves— proporcionando raciones suficientes para cubrir varios días, con menús cuidadosamente equilibrados que incluyen proteínas, hidratos de carbono y productos frescos. El objetivo es no solo alimentar, sino garantizar que cada familia reciba comidas nutritivas y variadas.

El modelo de Refood rompe con las tradicionales barreras burocráticas: las familias no necesitan un informe de servicios sociales para recibir ayuda. Si alguien pide apoyo alimentario, se le atiende y se le integra en la lista de espera, priorizando la urgencia y la humanidad sobre los trámites. Además, se fomenta la participación activa de las familias beneficiarias, animándolas a colaborar en las rutas de rescate de alimentos o en la organización del local, fomentando así un sentido de comunidad y corresponsabilidad.

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Vista aérea del barrio de Tetuán y El Pilar de la Ciudad de Madrid

El impacto de iniciativas como esta va más allá de la simple entrega de comida. Refood España no solo combate el desperdicio alimentario, sino que también refuerza la cohesión social, creando vínculos entre vecinos y fomentando redes solidarias en los barrios más necesitados. Cada barra de pan rescatada, cada ración repartida y cada voluntario involucrado son un paso más hacia una sociedad más justa, consciente y solidaria.

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