¿Murieron Shakespeare y Cervantes el mismo día y año? Un matemático explica el lío que existe con el calendario
El también metafísico Fernando Blasco saca de dudas a Carlos Moreno 'El Pulpo' sobre el conflicto que existe entre los historiadores por las fechas que han pasado a la historia
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En el ámbito literario, pocos acontecimientos son tan emblemáticos como la supuesta coincidencia entre las muertes de dos gigantes de la literatura: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Ambos murieron el 23 de abril de 1616, un hecho que ha alimentado el mito de que no solo compartieron el mismo día, sino también el mismo año y, por ende, el mismo destino.
Sin embargo, como explica el matemático y metafísico Fernando Blasco en una reciente entrevista en el programa Poniendo las Calles de Carlos Moreno 'El Pulpo', la realidad es mucho más compleja y fascinante de lo que parece.
Fernando Blasco, quien es profesor en la Universidad Politécnica de Madrid y presidente de la Comisión Divulgativa de la Real Sociedad Matemática Española, arroja luz sobre la confusión que rodea a las fechas debido a la transición del calendario juliano al gregoriano.
Este cambio, implementado por el Papa Gregorio XIII en 1582, tuvo un impacto significativo en cómo se contabilizaba el tiempo. Hasta esa fecha, el calendario juliano estaba en uso, que había acumulado un desfase de diez días respecto al tiempo solar.
Shakespeare y Cervantes
Este desfase se convirtió en un elemento clave en la discusión sobre las muertes de Cervantes y Shakespeare. Aunque ambos fallecieron el 23 de abril de 1616, Cervantes se regía por el calendario juliano, mientras que en España ya se había adoptado el calendario gregoriano. Así, mientras que Cervantes murió en la misma fecha según el calendario juliano, para el calendario gregoriano su fallecimiento correspondió al 3 de mayo de 1616. Esta discrepancia temporal resalta la importancia de considerar los contextos históricos al analizar la vida y obra de estos escritores.
Blasco también explica que la precisión en la medición del tiempo no siempre fue tan clara como la entendemos hoy. La duración del año solar no es exactamente 365 días, sino 365,24219 días. Esta pequeña diferencia se traduce en la necesidad de ajustar los calendarios periódicamente. Así, los años bisiestos son una solución matemática para compensar este desfase, que se implementó tras siglos de acumulación de errores.
El hecho de que Cervantes y Shakespeare compartan la misma fecha de muerte —pero no el mismo día en términos de los calendarios utilizados— desafía la noción romántica de que estos dos titanes de la literatura fueron "destinados" a morir juntos. En lugar de ello, nos recuerda que la historia es a menudo más complicada y que el tiempo mismo puede jugar en nuestra contra cuando se trata de comprender el pasado.
A través de esta discusión, Blasco nos invita a cuestionar otras narrativas populares. Muchas veces, los mitos literarios se construyen sobre premisas que carecen de fundamento. La creencia de que Cervantes y Shakespeare nacieron el mismo día y año es uno de esos mitos que se alimentan de la falta de conocimiento sobre los contextos calendáricos y culturales. En realidad, es la historia de dos hombres que, aunque compartieron un momento similar en la línea del tiempo, vivieron en mundos que se regían por diferentes reglas temporales.
¿Nacieron el mismo día y año?
La entrevista no solo ilumina un aspecto fascinante de la historia literaria, sino que también nos recuerda la importancia de la precisión y el contexto en nuestro entendimiento del pasado. En un mundo donde el tiempo es a menudo un recurso escaso y una fuente de estrés, entender cómo ha sido medido y gestionado a lo largo de la historia puede ofrecernos una nueva perspectiva sobre nuestras propias vidas y cómo elegimos vivirlas.
En resumen, la relación entre Cervantes y Shakespeare, marcada por su muerte en la misma fecha, se convierte en un microcosmos de la complejidad del tiempo y la historia. Este encuentro no solo resalta la grandeza de sus obras, sino también la intrincada danza del tiempo que afecta nuestras percepciones y comprensiones. A través de las palabras de Fernando Blasco, comprendemos que la historia no siempre se ajusta a las narrativas simplificadas que deseamos contar.