El rey de España que pagó a quienes lo eligieron para subir al trono en lugar de un inglés o un francés: "Se lo prestaron"

No hay manera de convertir los ducados de la Edad Media, la moneda de oro oficial de ese momento, pero el historiador José Luis Corral asegura que "era muchísimo"

José Manuel Nieto

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Carlos I de España, conocido también como Carlos V de Alemania, es una figura histórica que no solo marcó un antes y un después en la historia de Europa, sino que también simboliza el poder político y económico de una era llena de intrigas, alianzas y disputas. Sin embargo, uno de los aspectos más sorprendentes de su ascenso al trono no tiene que ver con su herencia, sino con la manera en que se ganó el favor de los electores para convertirse en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, un puesto que, a pesar de su título, no era heredado, sino elegido.

El historiador José Luis Corral, experto en Historia Medieval y reconocido por su capacidad para desentrañar las complejidades de épocas pasadas, explicó en una entrevista en Poniendo las Calles cómo Carlos I de España utilizó su vasto poder económico para obtener la corona del Sacro Imperio Romano Germánico. Corral explicó que el sistema electoral del Imperio Alemán en el siglo XVI estaba lejos de ser hereditario. En lugar de seguir una línea sucesoria directa, el trono era decidido por un grupo de siete electores: tres arzobispos y cuatro príncipes del Imperio.

Aunque Carlos I era descendiente directo de la Casa de Austria, no tenía la herencia automática de la corona del Imperio Alemán. Sin embargo, logró vencer a otros dos grandes contendientes, el rey Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra, gracias a un "poderoso" aliado: el dinero. Según Corral, Carlos I no dudó en utilizar una suma colosal de dinero, calculada en 900.000 ducados, para sobornar a los electores y asegurar su ascenso al trono imperial. La cantidad era tan astronómica que resulta imposible de convertir en términos actuales, pero Corral asegura que "era muchísimo".

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Escultura conmemorativa del emperador Carlos V, Cuacos de Yuste, La Vera, Extremadura, España

Los ducados eran monedas de oro que se utilizaron durante varios siglos en Europa, siendo particularmente relevantes en el contexto de la Edad Media. Aunque no existe una conversión exacta a las monedas actuales, se sabe que los ducados representaban una enorme riqueza en ese entonces. Corral subraya que, si bien hoy no podemos hacer una equivalencia precisa, la cantidad de 900.000 ducados era suficiente para garantizarle el apoyo de los poderosos electores alemanes y conseguir el trono imperial.

La importancia de la elección y el poder económico

Este tipo de maniobra, que podría parecer poco ético desde la perspectiva actual, era común en una época en la que el poder no solo se medía por la legitimidad de la sangre, sino por la capacidad económica para influir en los grandes acontecimientos políticos. El uso de dinero como herramienta política fue una característica esencial en el ascenso de Carlos I, quien ya gozaba de una enorme riqueza por parte de su herencia materna, los Reyes Católicos, y su linaje paterno, la Casa de Austria.

La elección de Carlos I como emperador en 1519 no solo significó el ascenso de un hombre a la cabeza de un imperio, sino que consolidó a la Casa de los Austrias como una de las dinastías más poderosas de Europa. Este poderío económico permitió que España se convirtiera en la potencia dominante en Europa durante el siglo XVI y gran parte del siglo XVII. La unión de las coronas de Castilla y Aragón con los vastos dominios territoriales del Sacro Imperio Romano Germánico otorgó a Carlos I un poder que pocos monarcas han alcanzado en la historia.

Sin embargo, Corral destaca que, a pesar de su inmenso poder, los dominios de Carlos I no eran homogéneos. Los territorios bajo su control estaban divididos por diferencias culturales, políticas y sociales. España y los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico no compartían una unidad política o cultural; de hecho, la España de los Reyes Católicos era un conglomerado de reinos y regiones, cada una con sus propias leyes y costumbres. A pesar de esto, la monarquía, encarnada en la figura de Carlos I, fue el elemento que unificó estos territorios dispersos.

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Toledo, España - 26 de septiembre de 2015: Estatua en homenaje al emperador Carlos V

El reinado de Carlos I no fue eterno. Tras años de problemas políticos, religiosos y personales, Carlos V abdicó en 1556, dividendo su imperio entre su hijo Felipe II, que heredó los territorios españoles, y su hermano Fernando, quien recibió los dominios del Sacro Imperio Romano Germánico. Este gesto marcó el fin de una era de monarquías unificadas bajo los Austrias, ya que las dos ramas de la familia quedaron separadas, con España y el Imperio Alemán tomando rumbos distintos.

Un poder efímero

Carlos I de España, aunque no heredó el trono del Imperio Alemán por sangre, logró conquistar lo que muchos consideraban inalcanzable: un imperio vasto, dividido por fronteras y culturas, pero unido bajo su figura como monarca. Su ascenso al trono es, sin duda, uno de los episodios más fascinantes de la historia medieval, donde el dinero jugó un papel clave en la configuración del futuro de Europa.

La historia de Carlos I demuestra cómo, en momentos cruciales de la historia, el poder económico y las estrategias políticas pueden ser determinantes en el resultado de una monarquía. Aunque hoy nos pueda parecer sorprendente que un rey "compre" su ascenso al poder, en su tiempo esto era una práctica común y efectiva, y lo hizo con tal éxito que su influencia perduró durante generaciones.

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