Black Panther: La tormenta perfecta

El nuevo exitazo de Marvel acumula 424 millones de dólares en solo cuatro días de taquilla, encandila a crítica y público y se está convirtiendo en todo un fenómeno.

Black Panther: La tormenta perfecta

Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

En incontables críticas norteamericanas de la nueva cinta de Marvel, Black Panther, puede recogerse la frase “una película importante”, “trascendental” o “toca temas sociales y políticos importantes”. Y seamos claros: lo hace. Black Panther es una cinta que aborda el tema de la herencia africana, los lazos culturales y el egoísmo de las naciones que abarcan un recurso natural importante, y lo hace con un reparto de estrellas afroamericanas, con un director afroamericano y con una banda sonora que combina el folklore tribal con las aproximaciones más modernas del Rythm & Blues.

¿Se han hecho previamente películas exitosas con repartos prominentemente de raza negra? Sí, a Blade podemos remitirnos, mismamente. ¿Ha habido películas exitosas y premiadas que abordaran la esclavitud y la desigual riqueza africana? Sin irnos más lejos, este año se está hablando de la revolución que ha supuesto la entrada de Déjame Salir en los Oscar, y hace tan sólo un año vimos a Barry Jenkins recoger la estatuilla porMoonlight, o a Steve McQueen dando saltos de felicidad porque su 12 años de esclavitud ganara a Mejor Película allá por 2014. Pero por más cínico que parezca, ninguna de ellas hizo 426 millones de dólares en 4 días en taquilla. Estamos hablando de cifras que son una auténtica burrada, de los cuáles la mitad ha sido recaudada únicamente en el mercado nacional norteamericano. Unos números que no alcanzó la última cinta Star Wars y que Warner Bros. no ha visto desde Batman v. Superman. Y todavía sin estrenar en el mercado en el mercado chino aunque, eso sí, ahí puede que tenga menos impacto.

Aunque, para que se diera todo esto, tenía que suceder una auténtica tormenta perfecta. Ni las intenciones políticas valen por sí solas ni el sello Marvel garantiza los 1.000 millones de dólares en taquilla por película. Tienen que darse una serie de combinaciones entre variables muy particulares. Sí, tiene que existir una marca que tenga un público ya fidelizado y amplio, que exista un personaje como este Pantera Negra de Chadwick Boseman previamente establecido en otro exitazo como Capitán América: Civil War. También tiene que existir una cuota de audiencia que demande de una vez por todas una superproducción acorde a los estándares presupuestarios más altos y que refleje algunos de los elementos culturales que normalmente se pasan por alto en otros blockbusters. No viene nada mal tampoco contar en el reparto con dos gigantes de la interpretación actuales como son Lupita Nyong’o o Michael B. Jordan. Y por último, como guinda, una banda sonora en el número uno del ranking Billboard en su primera semana que cuenta con temas interpretados por un Kendrick Lamar en la cresta de la ola, que acaba de triunfar en la gala de los Grammy de este año. Un Martini bien cargado al que solo le falta la aceituna: la atención mediática y la polémica.

Y es que no hay nada que vista mejor que la palabra “revolucionaria”. Stephen Whitty, del New York Daily News escribe en su crítica “Malcolm X se cruza con Marvel”, o Stephanie Zacharek, de TIME Magazine, escribe que “Black Panther es lo que parece América cuando se permite ser auténtica y libre”. Y podría seguir hasta convertir el artículo en un libro de Ken Follet, pero sirve para hacernos una idea del peso ideológico del discurso mediático estadounidense sobre la cinta. Shaquille O’Neill lleva días hablando de Black Panther en su cuenta de Instagram o la propia Michelle Obama recomendó ayer a todos los niños acudir al cine a ver la película. Ni todo los posters y los banners del mundo pueden pagar la publicidad que supone que una ex primera Dama de Estados Unidos promocione tu película.

Sin embargo, Disney, propietaria de Marvel Entertainment, también ha probado las mieles amargas de politizar un producto. En un momento de Black Panther vemos al Rey T’Challa, protagonista de la cinta y líder de la nación africana Wakanda, invertir en un centro de ayudas sociales en un barrio marginal de California. Pues en Change.org unos fans han comenzado una petición para que Disney y Marvel donen el 25% de la recaudación de la película a las comunidades afroamericanas más pobres. Ironías de la vida. También hemos visto episodios mucho más desagradables en la red social Twitter, donde varios usuarios han falseado agresiones a sus parejas por personas negras en pases de cine de Black Pantherusando imágenes de otras agresiones sexuales que no guardan relación alguna.

Salvo estos últimos incidentes, los ingredientes se han dispuesto de manera más o menos casual para lo que es un paradigma cinematográfico con letras mayúsculas. Y es que ya vivimos hace varias décadas todo un movimiento denominado blaxploitation que llenó las salas de cintas de serie B protagonizadas en su gran mayoría por negros y que colocaron a intérpretes como Pam Grier o Richard Roundtree en un altar, pero que se ahogó a medida que las modas avanzaron. De la misma manera podemos recordar que hace casi 80 años que Hattie McDaniel ganó el primer Oscar afroamericano en interpretación por Lo que el viento se llevó, y cuando lo recibió dijo entre lágrimas aquello de “esto me permite ser un símbolo para mi raza”. Sin embargo, 51 años tardó Whoopi Goldberg en repetir la hazaña de McDaniel en la categoría femenina. Y es que, como dijo Sidney Poitier cuando recogió en 1964 el galardón a Mejor Actor Principal, “ha sido un camino largo”. Como lo ha sido para Black Panther, creado por Jack Kirby y Stan Lee en 1966, pero que puede abrir la puerta, no a la casualidad y la excepción (sí, lo ha sido en su génesis) sino a lo que más importa a Hollywood a fin de cuentas: al éxito.

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