Lorenzo Higueras o el arte de pintar con la boca

La historia de un pintor que con 19 años derrocha arte con la pala y el pincel pese a su atrofia muscular 

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Lorenzo Higueras o el arte de pintar con la boca

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Lorenzo Higueras es un joven conquense que, con apenas 19 años, ya logra exponer sus cuadros. Concretamente en la Sala de Exposición del Edificio Iberia de Cuenca, donde el protagonista es su recreación sobre Las Turbas, que es el nombre popular con el que se conoce a la procesión Camino del Calvario, que se celebra el Viernes Santo en esta ciudad manchega.

Para Lorenzo, la pintura no deja de ser un hobby, una pasión, ya que tal y como nos ha confesado, su verdadera vocación es la de ser juez. Pero lo que realmente hace imparable a este chico es su estilo a la hora de hacer uso de la paleta y el pincel... con la boca. Y es que nuestro protagonista padece de nacimiento una artrogriposis múltiple congénita. Para entendernos, las articulaciones de sus brazos están atrofiadas: “Es una enfermedad congénita, irreversible. Las articulaciones apenas puedo moverlas, y eso hace que nunca se desarrolle el músculo, por lo que la movilidad es muy reducida.”

Pero su enfermedad nunca ha sido un impedimento. Su idilio con el arte comenzó pronto, con cuatro años: “Todo empezó una mañana en el colegio, cuando la profesora nos mandó hacer un dibujo. Fue entonces cuando observó que pintaba con la boca. En ese momento se puso en contacto con mis padres para comentárselo.” Desde ese momento, Lorenzo obtuvo una beca de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, donde ha ido perfeccionando su estilo.

Lo que más ha valorado Higueras es el apoyo que ha encontrado tanto en su familia como en su entorno: "Siempre he tenido mucho apoyo, pese a que mi estilo al principio puede chocar.”

Su día a día es duro, no tanto por la limitación física que padece, como por sus obligaciones. A las ocho de la mañana está en planta para acudir a la Facultad de Derecho. Por la tarde, combina los estudios con la academia de pintura. Lleva una vida bastante normalizada e independiente, aunque necesita ayuda: “Hay determinadas cosas que no puedo hacer, por ejemplo a la hora de ir al baño o vestirme". Lo más curioso es la manera en la que Lorenzo hace uso de las nuevas tecnologías: “El teclado del móvil consigo manejarlo por el tacto con la nariz, y el ordenador con el labio inferior.”

Sus padres son los que cuidan de él, aunque asegura, quizá un tanto inconsciente, que el futuro no les preocupa especialmente: “Les preocupa en la medida que soy su hijo, pero no más de lo normal”. Menos complaciente es la madre con las creaciones de su hijo. Ambos son muy exigentes: “La más crítica es mi madre. Si a ella no le gusta, malo, porque tiene muy buen ojo clínico. Yo también soy muy duro conmigo mismo. De hecho, he tenido que dejar cuadros a medias porque no me estaban gustando. Ya sabéis que los artistas somos un poco raros", reflexiona entre risas, mientras se confiesa admirador de la obra de Velázquez, aunque a día de hoy opta más por el surrealismo: “El mundo del retrato es complicado, ya que recoger las expresiones del rostro en un lienzo es muy complicado. Aún tengo margen de mejora.”

Quién sabe si en la próxima entrevista podríamos ser retratados por Lorenzo Higueras.

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